La relación con otros textos es una condición inevitable de la literatura[1]. Esta absorbe otros como afirmó Julia Kristeva[2] y se manifiesta – como lo declaró G. Genette – a través de citas, alusiones o plagios. No obstante, el establecimiento de estas relaciones depende del bagaje conceptual y cultural de un lector. En las obras Sin tierra para morir e “Isauro Yosa, el Mayor Lister”, esto se expresa por medio de alusiones directas a motivos recurrentes que estructuran estas obras y se presentan dentro de las mismas.
UN MOTIVO COMÚN
“Pocos años después del bogotazo, que inauguró – según la historia oficial – el periodo de La Violencia”, Eduardo Santa escribió Sin tierra para morir, una historia cuyo motivo principal es la confrontación entre liberales y conservadores. Sin embargo, cayó en la trampa de utilizar su narración como un mecanismo de denuncia política[3], lo cual le resta contundencia estética a su creación.
Casi medio siglo después, Alfredo Molano retoma este tema para realmente reelaborar lo sucedido durante la década del 50 y 60 en Colombia en “Isauro Yosa, el Mayor Lister” contenido en el libro Trochas y fusiles. Para ello, apela a un tratamiento que le “permite involucrar elementos sociológicos, históricos, antropológicos y de la literatura dentro de algo tan valioso e impresionante como es el trasmitir […] únicas e irrepetibles experiencias de vida”[4]. Por esta razón, este texto se torna menos panfletario y adquiere cierta valía dentro del ámbito de la creación.
Independiente de los recursos compositivos que emplea cada escritor y el efecto que logra generar en un lector, cada obra teje entre si un entramado de relaciones intertextuales, las cuales parten de una matriz igual, es decir de un genotexto idéntico, configuran dos fenotextos distintos en cuanto a lo formal y comparten elementos iguales (tópicos, motivos) que las ubican como obras que intentan ficcionalizar la violencia.
En ambos textos, el problema de la tenencia de la tierra se presenta como un motivo común, el cual propicia agudas tensiones entre quienes la codician y quienes no la poseen. Por ejemplo, en Sin tierra para morir el conflicto se expresa entre Tomas Peñalosa y Antonio Quiroga. Mientras tanto en “Isauro Yosa, el Mayor Lister” la tensión se manifiesta entre los Caicedo, los Rocha, los Cantillo y los Iriarte[5], y las familias ávidas de colonizar algún “pedazo” de suelo.
La tierra como proveedora de los medios necesarios para vivir fue la manzana de la discordia para quienes la pretendían, lo cual desató una disputa indiscriminada que se concentró en las principales zonas agrarias de Colombia. Esta contradicción no logró solucionarse por vías pacificas ya que los intentos de reformas agrarias no redistribuían la tierra concentrada en pocas manos. Por el contrario, mantenían esos privilegios y le proporcionaba un contentillo a los que no la poseían. Por tal razón, los intentos por solucionar este conflicto encontraron su máxima expresión en el empleo de la violencia.
La tensión anterior, justifica – en los dos textos – algunas artimañas jurídicas por parte de los hacendados para poder extender sus territorios. En Sin tierra para morir Tomas Peñalosa, en aras de apropiarse de la finquita de don Antonio, le prolonga la deuda para que le banco se la remate. En “Isauro Yosa, el Mayor Lister” después que el “personaje”, junto con otras familias, se hacen a un pedazo de tierra, producto de Ley 200 de 1936, son demandados por los Iriarte para quitarle sus parcelas.
Desde la perspectiva de los narradores de ambas obras, no basta con que cada colono tenga un pedacito de tierra o con que cada hacendado goce de grandes porciones de la misma. Lo que subyace es un interés, por parte de estos últimos, por acumular territorios, despojar a los habitantes de lo único que tienen y – si es posible – subordinarlos a la lógica del trabajo asalariado.
Además de las artimañas jurídicas mencionadas, los gamonales de ambos textos apelan a ciertos oficios rastreros – y hasta violentos – para despojar de la poca tierra a aquellos que han sufrido para conseguirla. Acuden a la tarea de contratar vaqueros para que “hagan ciertos oficios como correr las cercas y robarse las reces ajenas”[6], como dice don Chucho, uno de los personaje de Sin tierra para morir, o importan mayordomos para que amaestren comunistas[7], según el narrador de “Isauro Yosa, el Mayor Lister”.
De esta forma, el ejercicio de la violencia justifica lo que hacen los hacendados: apropiarse de lo que no es suyo, y le permite a los desposeídos de la tierra resistir a la barbarie de estos. Por esta razón, emerge una contradicción indisoluble que tiene que llevarse a límites extremos: las armas. En esta medida, ambos textos proporcionan algunos elementos sobre las razones que justificaron el levantamiento en armas de algunos sectores de la población colombiana.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Todo lo anterior configura algunas relaciones intertextuales de doble vía: el texto de Alfredo Molano absorbe algunos motivos y constantes presentes en la novela de Eduardo Santa, y esta absorbe, de la misma manera, unos motivos también evidentes en el texto de Molano. Por lo tanto, en ambos textos subyace una relación intertexual de tipo cooperativo, que parte de una situación concreta propia de la primera mitad del siglo XX y posibilita un intento de reelaboración – sobre todo en e “Isauro Yosa, el Mayor Lister” – del drama entre quienes tienen y quienes no tienen un trozo de tierra.
Citas.
[1] Monroy Zuluaga, Leonardo. "Acercamiento a algunos elementos de la nueva novela histórica en la novela Mambrú de Rafael Humberto Moreno Durán". En: Jóvenes Investigadores. Universidad del Tolima. Facultad de Ciencias de la Educación. 2006, pág 166.
[2] Kristeva, Julia. Semiótica (I). Espiral Ensayo. 1969, pág 190.
[3] Monroy Zuluaga, Leonardo. "Panorama de la novela del Tolima posterior a 1954". Ponencia presentada en el I Coloquio Nacional de Historia de la Literatura. Medellín. 2008.
[4] Molano, Alfredo. Trochas y fusiles. El Áncora editores. Bogotá. 1999, pág 17.
[5] Ibid., pág 24.
[6] Santa, Eduardo. Sin tierra para morir. Editorial Códice. Bogotá. 2003, pág 71.
[7] Op cit., Molano, Alfredo. pág 26-27.
Gabriel Bermudez
John Tresch. La razón de la oscuridad de la noche
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John Tresch.
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Traducción de Damià Alou.
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