lunes, 9 de abril de 2012

LA DEMENCIA DE JOB DE JOSÉ MARÍA VARGAS VILA


La demencia de Job es una  novela publicada en 1916 en la que Vargas Vila cuenta las angustias y desolaciones de un joven sacerdote enfermo de lepra, que él mismo conoció en la vida real. La historia nació, según Vargas Vila, una vez se acercó a un pueblo donde decían habitaba un leproso. La curiosidad era inmensa, al igual que su miedo. Sin embargo, esto no fue un obstáculo para conocerlo y con sus propios ojos comprobar aquella abominación que abrumaba a la comunidad:

Para ver, apareció una mano, y luego un rostro entre los barrotes de hierro de la reja; un rostro de hombre; era ÉL; renuncio a describirlo, porque restaría emoción a las páginas subsecuentes de mi libro; sonrió; hubo como un rayo de sol sobre aquella faz de horror (...) pág. 14

En esta obra Vargas Vila relata la vida de Lucas Poveda, un joven solitario y soñador que vivía con su madre aislado de todo contacto humano por razones que él desconocía, y al verse envuelto en su soledad intransigente, decide exculpar sus emociones y sentimientos  en la poesía y en la pintura. En ese momento, tenía las ilusiones y deseos de un joven normal y la esperanza habitaba en él con todo su esplendor.

Y así vivió, hasta conocer su pasado y la respuesta de su exilio con la humanidad; la lepra una enfermedad que recorría toda su genética y como una marca imborrable debía llevar toda la vida.  Lucas decide convertirse en sacerdote para alejarse de males futuros, sin imaginar que esto lo llevaría a revelarse a dios con toda pericia.

Es así como Vargas Vila toma este personaje, Lucas, y lo relaciona con los desconsuelos sufridos por el santo Job, caracterizado por su paciencia y amor a Dios en la biblia. A diferencia de Job, Lucas no era paciente; por el contrario, no había momento en que no pusiera en cuestionamiento las acciones de Dios con la humanidad: a diario leía libros de filosofía que discrepaban con los designios de Dios, pues se sentía frustrado y sin un rasgo de esperanza por culpa del castigo al que lo había sometido:

El Eterno, es el enemigo del hombre; El Eterno, es el mal del hombre; el Eterno, es el dolor del hombre (…) y, eso porque el Eterno, creó la iniquidad, el mal, y el dolor, y los puso en el corazón del hombre (…) pág. 77

Esta rebeldía de Lucas hacia Dios se debe  al dolor, pues en la historia, Lucas es un personaje cautivo por este sentimiento; el dolor físico, psicológico y por supuesto el del alma. Lucas reprocha incesantemente a dios el dolor que engendró en la humanidad, puesto que el humano es un ser de sufrimiento. “El dolor nos guía durante el camino y es la prueba de estar vivo o la aproximación acérrima de la muerte”.
Cuando se crea el arte, se crea desde el dolor, si no es así no es un arte vivo, sino artificial, “el arte que no es vivo; vivo y palpitante no es arte, sino ficción” (pág. 1)  y si Dios en realidad ama al hombre, jamás debió castigarlo con tal prueba. Porque aunque crear arte desde el dolor es la mejor catarsis, no deja de ser sufrimiento y como lo describe Vargas Vila desde su personaje de Lucas Poveda “el dolor es una aproximación a la muerte”.

De igual manera, otro motivo que se devela en Lucas es la soledad. Este fenómeno tan común en el personaje, es la leal convicción que Vargas Vila utiliza para asemejar a Lucas a un mártir; un mártir acompañado de un odio pertinaz pero a la vez magnífico, dado que lo hacía lúcido, rebelde ante los designios y las leyes de la iglesia:

“El temor de Dios es el principio de la sabiduría” dicen los libros; y del amor de Dios no hablan nada (…) ¿puede amarse aquel que no ama a sus criaturas? Y, ¿puede amar a sus criaturas aquel que les dio el dolor? Dios creó el dolor ¿dónde está entonces la bondad de Dios?; Dios no creó el dolor ¿dónde está entonces el poder de Dios? (…) P 101

En ese sentido Lucas sentía que lo atrapaba la soledad. Sin embargo, ya había vivido tanto tiempo solo que no la sentía, por el contrario, la soledad es un aliciente para reflexionar sobre la vida y sobre uno mismo. Así lo demuestra Vargas Vila por medio de Lucas. Nosotros podemos sentir la soledad, sabemos que está allí, pero nunca la aceptamos, sólo dejamos que nos acompañe como pura resignación.

De esta manera, en la obra se percibe un aire de desolación, la sublimación y la obscuridad se reflejan con el transcurrir de la lectura, no hay pasajes donde no se encuentren rasgos de angustia y desesperanza aun en los momentos de amor. La relación de Lucas con la joven Marta  no es más que un romance tortuoso y sin rumbo o tal vez sí: la fatalidad.

Desde esta perspectiva, Vargas Vila logra gravar el personaje en cada episodio, sus ataques de locura y desespero son las características más importantes de Lucas, pues hace alusión al título de la obra; la demencia, aquella situación en que el hombre llega al límite de su pasión, y de cierta manera explota ante las adversidades y la conmoción que producen sus estados de ánimo.

Lo ilógico, es el riñón de lo divino; el verdadero nombre de la divinidad es la fatalidad; hay que gemir bajo ella; hay que cantar su gloria como Jonás en el fondo de la ballena, y los niños en el horno de babilonia; ¿no ves cómo en cada una de mis ulceras se refleja la bondad de Dios? (…)P 102

En términos generales, la obra llega al lector y en cada espacio enseña la actitud de Lucas. El recorrido que hace desde su pasado como joven sano y soñador hasta sacerdote leproso, define que Lucas es un personaje marcado por la desgracia, lo que va ligado al dolor y el sufrimiento. Pero también está rodeado del arte y la sabiduría. Es la más ferviente combinación que puede en los estados alterados llevar a la locura, la desesperación y  la demencia.

Paul Riaño Segura

Jose Maria Vargas Vila. La demencia de Job. Ediciones completas, 1916