1. El énfasis de la narración está en los eventos, en las anécdotas que se cuentan, más que en las reflexiones realizadas por los personajes o los narradores, o en las descripciones exhaustivas. La velocidad en el cambio de las acciones hace que el lector recorra frenéticamente el libro, muchas veces en desmedro de la profundización en los conflictos de los personajes y de la reflexión sobre la condición humana. En el caso de El síndrome de Ulises, Esteban, el personaje principal, vive las realidades de varias de las zonas marginales de París y su existencia como inmigrante colombiano está llena de aventuras – sexuales, policíacas, laborales – sobre las que no hay una profundización. El detonante de su nomadismo es el teléfono de su casa: cada vez que se está agotando la narración, una llamada lo envía a otra aventura.
Hacer énfasis en la narración de los eventos permite que estas obras sean fácilmente adaptables al cine: Perder es cuestión de método de Santiago Gamboa, Satanás de Mario Mendoza, Rosario Tijeras de Jorge Franco, son tres ejemplos. ¿Son novelas hechas con la intención expresa de poder ubicarlas en dos mercados (el de la literatura y el del cine? ¿Pesa más en ellas una intención comercial que un espíritu estético?
2. Es reiterativa la narración del sexo y la violencia desmesurada, con poca reelaboración crítica. Los dos temas se exponen casi descarnadamente y no se acude a ellos para realizar una exploración del ser humano, como lo hicieron por ejemplo Henry Miller o Gabriel García Márquez. Ambos temas son, para la novelística contemporánea, más estrategias de seducción al lector, que motivos de acercamiento desde diferentes perspectivas. Una parte considerable de El síndrome de Ulises se dedica a narrar los coitos y las orgías en las que participa Esteban con inmigrantes de diferentes países radicadas en París, en medio de un lenguaje coloquial y de las relaciones fugaces. La narración del sexo se repite en Rosario Tijeras e incluso en Perder es cuestión de método; las carátulas de algunas novelas sugieren un contenido sexual escueto (en El síndrome de Ulises una mujer desnuda de espaldas al foco y a punto de entrar en una bañera; Efraín Medina en ligueros en La sexualidad de la pantera rosa), e incluso los títulos tienen un componente sexual abierto (Técnicas de masturbación entre Batman y Robin de Efraím Medina)
Se acude también a la violencia como generadora de sensaciones extremas: Néstor, uno de los personajes de El Síndrome de Ulises asesina a los golpes al agresor de su pareja; Perder es cuestión de método anuncia su sesgo cuando en las escenas iniciales presenta un empalado, un crimen por resolver; en Rosario Tijeras la violencia de las comunas y de los narcotraficantes se superpone a los conflictos de los individuos; Satanás basa su experiencia narrativa en un hecho sórdido de la historia bogotana. El sexo y la violencia con poca reelaboración, cautivan a los lectores, presas de su deseo por vivir experiencias límites a través de la lectura.
3. Los géneros preferidos por algunos de estos escritores son la novela policíaca o la novela negra. El primer concepto “conlleva la connotación de asesinato limpio, de investigación lógico – racional y de comportamiento bien educado de los personajes; el segundo, la de violencia innecesaria, de un ambiente sórdido y de ciudades caóticas” (Poppel, Hubert. La novela policíaca en Colombia. Medellín: Universidad de Antioquia, 2001, p.4) En El síndrome de Ulises entre otras cosas se narra la desaparición de un colombiano en Paris y la preocupación de Esteban, quien llega por azar a la investigación, pero que nunca puede resolver el enigma de dicha desaparición. Perder es cuestión de método indaga los pormenores de un asesinato en el que está implicada la corrupción de la clase política colombiana; por la sordidez y truculencia, Satanás y Rosario Tijeras podrían ser ubicadas dentro del género negro; en Paraíso Travel de Jorge Franco se halla la búsqueda de un colombiano inmigrante en los Estados Unidos que pierde a su amada en los laberintos de ese país desconocido; Los impostores de Santiago Gamboa, conserva una estructura policial en tanto sus tres personajes principales buscan – casualmente – un manuscrito.
4. Aparte del sexo y la violencia, los temas abordados son necesariamente contemporáneos. El síndrome de Ulises narra las vicisitudes de un colombiano, estudiante de literatura en Paris, quien debe emplearse en los trabajos más sucios para poder sobrevivir en una pobre “chambrita”. Esta situación del inmigrante venido a menos y que descubre el horror de estar huérfano de su propia patria, se explicita en Vida Feliz de un jóven llamado Esteban de Santiago Gamboa, y Paraíso travel, que escenifica sus acciones en los Estados Unidos. La corrupción política de nuestros tiempos es presentada en Perder es cuestión de método; el narcotráfico, las relaciones fugaces e incluso el pintoresquismo caricaturesco del colombiano, son también temas reiterativos en esta narrativa.
5. No existen grandes experimentaciones en la escritura. Varias de estas obras utilizan un narrador en primera persona, lo que permite que el lenguaje sea mas coloquial y en ocasiones vulgar. En la mayoría de los casos el tiempo del relato es lineal, lo que implica pocos retos para que el lector organice la historia; en algunas ocasiones se recurre a personajes esteriotipados y a diálogos que caen en los lugares comunes.
Estos cinco puntos hacen parte de la reflexión sobre el síndrome de parte de la novela colombiana contemporánea, desde la lectura de El síndrome de Ulises. Es una novelística atractiva al lector común pero que no convence del todo a parte de la academia que, desde diversos criterios – exploración de la condición humana, experimentalismo técnico, originalidad, autonomía del arte – descalifica estas obras. De todas maneras, es un fenómeno que debe ser abordado por todos aquellos a quienes interesa la reflexión sobre nuestra tradición literaria.
Leonardo Monroy Zuluaga
Pues Leonardo, toda generalización es peligrosa. Pueda que el perfil que usted plantea corresponda a los que más venden (aunque Héctor Abad anda muy taquillero en sus últimos libros), pero hay otros estilos en Colombia que son menos leídos. Sólo por hablar de mis gustos literarios: Juan Gabriel Vásquez, Héctor Abad Faciolince, Juan Diego Mejía, Evelio Rosero. Lo que sí es cierto en los últimos años es que las editoriales (estoy hablando de los monstruos que acaparan el mercado: Alfaguara, Planeta y, un poco más modesta, Norma) están editando novelitas malucas que no aportan estéticamente ni venden mucho. Pareciera "comida rápida", literatura de fácil consumo y rápido olvido.
ResponderEliminarA propósito de Ulises vean este post en Matamoscas: http://matamoscasdos.blogspot.com/2009/01/el-sndrome-de-la-bragueta.html
Ah! Gracias por el enlace al cuaderno.