lunes, 23 de febrero de 2009

DONDE NO TE CONOZCAN DE ENRIQUE SERRANO

Desde las primeras páginas de Donde no te conozcan, me costó trabajo entender la mecánica del texto, en tanto no parecía formularse un conflicto fundamental y el narrador no seguía un itinerario argumental que ubicara al lector. Llegué a pensar en ejercer uno de los derechos del lector – de acuerdo con Pennac -, esto es, dejar la lectura a un lado y dedicar mi tiempo en otros textos. La insistencia de un contertulio que ya había terminado la obra me dio el empuje necesario para continuarla.

Donde no te conozcan tiene el sello inicial de muchas novelas históricas: el de la extensión desbordada. Las novelas de este subgénero literario plantean un reto a los lectores que, salvo porque se encuentren absorbidos por la literatura no se embarcarían en empresas que requieren de tiempo, mesura y reflexión, todo lo contrario a una posible estética de la fugacidad – como la llama Paul Virilio - en la que al parecer se mueven nuestros tiempos.


Organizar los eventos históricos para reelaborarlos desde una perspectiva literaria, requiere no sólo la búsqueda exhaustiva en diferentes fuentes y el distanciamiento de los discursos de la historiografía convencional, sino también, el empleo de muchas páginas que no dejen por fuera ningún detalle al recrear un momento específico del pasado.

Una revisión del caso de Colombia da evidencias de ello: Ursúa y El país de la Canela, de William Ospina, No todos llegaron aquel viernes de Darío Ortiz Vidales, Los pecados de Inés de Hinojosa de Próspero Morales (basada en un capítulo de El Carnero) o la clásica Tejedora de Coronas de Germán Espinosa, son ejemplos de novelas históricas (o nuevas novelas históricas, de acuerdo como se quiera leer) de gran paginaje. Junto con Donde no te conozcan, todas tratan de moldear a su manera diferentes momentos de la historia universal.

Encuentro trivial descartarlas por su extensión tanto como darles un visto bueno a priori precisamente por ser voluminosas (Hay personas que no leen un texto inferior a 100 páginas porque lo asocian con la cultura light. Una suerte de alienación capitalista no les permite ver que consumir más páginas no es siempre sinónimo de leer obras de mejor calidad) Como en toda obra literaria, lo que se debe observar es la fuerza con la que, desde el lenguaje y la elaboración de los personajes y las acciones, se revitaliza un momento particular y se profundiza en el alma de los seres humanos.

En este sentido, la novela de Serrano se construye con base en dos pilares fundamentales: el manejo del lenguaje y el tema de la diáspora judía desde los siglos XIV y XV hasta su llegada a América. En el primero de los casos, impresiona el basto conocimiento que tiene Serrano sobre el español: sin caer en la escritura pedante pero insulsa, de quien desea impresionar a lectores de diferentes cataduras, Serrano acude a la exploración de un amplio léxico de nuestra lengua, en una prosa que aunque no se empeña en el uso de metáforas, performa un agradable universo en el que se disfruta de la palabra.

La elaboración sintáctica de la frase sumada a esta proliferación de vocablos, en ocasiones extraños pero tratados con naturalidad, terminan por acercar al lector a la obra, de la que de alguna manera se ha alejado debido a la fragmentación y la falta de uno o varios personajes que realicen la labor de faro.

Este uso del lenguaje está en concordancia con el objetivo que parece tener el novelista desde un comienzo: la novela – de acuerdo con una nota introductoria que hace parte de la ficción – es en realidad el resultado de la impresión de unos manuscritos hallados por el narrador en la casa de uno de sus familiares. Este recurso al texto perdido que ve la luz gracias a un copista contemporáneo, le permite al escritor recrear una historia de los siglos XIV y XV aproximadamente, en un estilo similar al utilizado en esa época. De ahí no solo ese lenguaje, lexical y sintácticamente rico, sino la estructura fragmentaria, en la que aparecen y desaparecen personajes, sin dejar una verdadera huella en el lector.

Los múltiples eventos de la época se dejan venir por partes divididas en números romanos, y en las cuales se condensan pequeños momentos de familias de judíos. Es precisamente la historia de esta comunidad la que le da sentido de unidad a la novela de Enrique Serrano: las persecuciones constantes llevan a los judíos a tratar de huir donde no los conozcan, en un intento infructuoso porque aun en América son perseguidos por la inquisición.

Sin llegar a victimizar al judío, y acaso mostrando su faceta más carismática, la novela realiza conjeturas sobre las razones por las cuales es necesario pensar en el peso que esta comunidad ha tenido en las formas de vida americanas: sus conocimientos sobre medicina y la labor incansable de traductores de obras fundamentales para el pensamiento occidental, su afán por estar al tanto de los adelantos tecnológicos y de mantener una vida espiritual prístina se mezclan en Donde no te conozcan con el estigma de ser condenados por diferentes motivos – haber asesinado a Jesús, ser casi inmunes a las epidemias, gozar de una buena posición económica – para dar una imagen más amplia del judío.

Con todo, considero que esta manera de mostrar con mayor profundidad la historia de una comunidad – como se muestran los homosexuales en Al diablo la maldita primavera – no es el atractivo fundamental de la obra. Es el lenguaje que, a través de su multiplicidad, plantea la posibilidad de disfrutarlo.

Eso es lo que me ha llevado finalmente a terminar de leer la obra sin tener en cuenta ese primer momento de duda que me llevaba a descartarla. Así, una faceta desconocida de una de las comunidades marginales que conforman el crisol americano, se revelan en esta obra llena de una prosa prolífica.

Leonardo Monroy Zuluaga


Ficha del Libro: Serrano, Enrique. Donde no te conozcan. Bogotá: Editorial Planeta, 2007.

3 comentarios:

  1. Donde se consigue este libro. Lo he buscado sin éxito, Germán

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    1. Hola Germán,
      Si está en Bogotá, puede comprar el libro en La casa Mejicana de la Cultura Gabriel García Márquez en la libreria del Fondo de Cultura Económica. Es un muy buen libro.

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