sábado, 8 de noviembre de 2008

SOBRE LA CARAVANA DE GARDEL DE FERNANDO CRUZ KRONFLY

En el artículo “La narrativa colombiana de 1974 a 1986. Valoración y perspectivas” el profesor Diógenes Fajardo afirmaba que una de las líneas que acuñaba la literatura del país posterior a Cien años de soledad era la llamada poetización de la ficción (180) y en ella ubicaba a Fernando Cruz Kronfly con La obra del sueño. Con una insistencia que no desfallece, el novelista bugueño ha tratado de conservar ese matiz poético, no sólo en piezas como la citada o La ceniza del libertador, sino incluso en los ensayos, cuya lectura termina siendo un goce no sólo para quien se alegra de la claridad en el pensamiento sino para quien busca un tratamiento de escultor de la palabra.

En La caravana de Gardel, Cruz Kronfly no cesa en el empeño por contaminar su prosa de imágenes que huyen del lugar común, en medio de una trama que explota los lugares oscuros de una historia colectiva. Ya se conocen, en una línea similar, un cuento como “El capítulo inglés” de R.H. Moreno Durán, en donde se recrean las vivencias de Efraín, protagonista de María, mientras está de correría por Europa; es un capítulo que, en efecto, queda en las tinieblas en la obra de Isaacs. Asimismo, la especulación frente los últimos días de José Eustasio Rivera en Nueva York, se delinea en La otra selva de Boris Salazar.

El tema central de la novela de Cruz Kronfly se teje desde la mirada a un episodio aciago y a la vez inexplorado en la historia de Colombia: el desplazamiento del cadáver de Carlos Gardel, desde Medellín hasta Buenaventura ¿Qué ha pasado en esa travesía que carga el cuerpo del mito? Los devaneos de Arturo Rendón, protagonista de La caravana de Gardel reinventan este episodio: Rendón dice haber acompañado el séquito fúnebre de mulas, posesiones y el cuerpo inerme del rey del tango y en un presente quince años distante de esas jornadas posteriores a la muerte de Gardel, decide buscar por los pueblos del Valle a Heriberto Franco, quien al parecer robó en el viaje pertenencias del occiso.

En un movimiento clásico, el narrador intercala las historias del presente y el pasado, articuladas a través de los recuerdos de Rendón. En la medida en que el protagonista vuelve en su memoria al cortejo fúnebre, más se empecina en recuperar lo que al parecer Heriberto ha hurtado sin miramientos: un pañuelo, un trozo de tela del vestuario, un sombrero quizá. Esos objetos son la personificación del rey del tango y poseerlos es entrar en comunión con el cantante. La narración salta de un tiempo a otro en movimientos acompasados y mientras más fuerte es la remembranza del protagonista más profunda es la necesidad de encontrar el objeto del deseo.

La novela retorna entonces a un tema narrativo reiterativo en algunas piezas: el de la búsqueda de la felicidad en la figura de un objeto que personifica un ser. Esa búsqueda representa no solo ele eje central del relato sino también el paulatino deterioro de Rendón quien acumula dos fracasos amorosos con prostitutas que encuentra a su paso, sabe de museos improvisados con objetos de Gardel en los pueblos que visita y observa con una mezcla de estupor y tristeza las escenas macabras de la violencia bipartidista en la Colombia posterior a 1948. Por esta vía, de repente se mezclan en la novela, la historia latinoamericana en la figura de Gardel, la del país, en los pueblos azotados por la crudeza de la violencia y la de un personaje de ficción en la encrucijada de sus propios anhelos.

Toda esta travesía es narrada con escalpelo por Cruz Kronfly. En la prosa de la novela nada parece estar por fuera del programa estético planteado: las descripciones de lugares y personajes se hacen desde metáforas exigentes; el lenguaje no cede a las tentaciones de la coloquialidad e incluso en los diálogos se percibe un tufillo filosofador que mantiene el equilibrio de la obra; un reiterado uso de la conjunción “y” – la polisíndeton– es una estrategia que remite a algunos textos clásicos. La poesía se alcanza desde la imagen constante y la fuerza en la dicción.

Todo es milimétrico, pero acaso sean esta precisión y exigencia en el lenguaje las que hacen un poco acartonada a la obra, un poco determinada por reglas clásicas de funcionamiento del objeto estético y, junto a algunas intromisiones del autor ensayista - en ocasiones muy pedagógicas, como cuando, por ejemplo, en la página 123 el narrador afirma que “aquella música de bajos fondos lo decía todo acerca del ingreso tan conflictivo como ambiguo de sus almas en la imagen de lo moderno, con su correspondiente estropicio pero a la vez con su rara fascinación a causa de los objetos técnicos de que venía acompañada y al nuevo sistema de valores que parecía asistir al tránsito de lo rural a lo urbano, en medio de las nuevas igualdades y libertades femeninas …”-, son los dos elementos que pueden atentar contra la fluidez de la lectura.
Eso no alcanza a ser impedimento para disfrutar de una novela con un espectro poético invaluable y que acaso riña con las expectativas de algunos lectores – y en ocasiones de algunos escritores – contemporáneos. Sin recurrir a ese vago apilamiento de acciones, La caravana de Gardel no solo reelabora una historia oscura alrededor de la muerte de un icono musical sino que llama la atención sobre la posibilidad de conjunción de dos géneros desunidos por el devenir de la literatura: la prosa y el poema.

Leonardo Monroy Zuluaga

Ficha del libro: Cruz Kronfly, Fernando. La Caravana de Gardel. Santa fe de Bogotá: Planeta, 1998

1 comentario:

  1. Estreno en pereira en @camarapereira mañana jueves 20 de Agosto 6:45 pm y 9:15 pm

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