Sobresale en la narrativa colombiana la poca referencia sobre obras de mujeres en los círculos académicos nacionales y extranjeros.
Salvo algunos esfuerzos recientes de profesoras como Betty Osorio o Ángela Inés Robledo, pueden catalogarse de precarias las menciones que se hacen a las mujeres que han trascendido en el arte de las letras, lo que hace aventurar una serie de hipótesis frente al fenómeno.
Por una parte, se podría pensar en que no hay una próspera producción de las mujeres o, en el peor de los casos, que sí la hay aun cuando se subvaloren de manera arbitraria. No sería nada desfasado de la realidad en un país que conserva intacto el sentido retrogrado machista.
Por eso, resulta de suma importancia mostrar experiencias distintas a las normalmente presentadas en términos de escritura, con el ánimo de estimar el trabajo artístico de la mujer frente a la página en blanco.
Y es allí como aparece la barranquillera Freda Romero de Mosquera con su cuento La rendija.
La historia presenta a Irene, quien llega a un recinto militar a proponer al Presidente del Ejército canjear su “fantasías” por permitirse estar con su amado Pablo un momento (tres horas) La máxima autoridad accede, dando la oportunidad al relato de ofrecer imágenes fuertes de esta pareja que busca, en medio del desespero, cristalizar su amor, aun cuando saben del poco tiempo que disponen; cuando está cerca de vencer el plazo, Irene decide que su pubis represente aquella rendija por la cual puedan huir en pos de inmortalizar sus ansias de libertad.
El cuento de Freda Romero contiene un alto grado de valor estético, en tanto acude a la fantasía, al surrealismo y al infaltable erotismo bien elaborado –que no se confunde con lo grotesco ni pornotextual– como único medio para plantear la supervivencia de una mujer en medio de la infamia y la degradación humana; del mismo modo, demuestra el carácter exquisito del personaje (Irene) y sus muestras sensibles hacia temas altamente convencionales como el amor y el desenfreno; de igual forma, remitiéndonos a aspectos formales, es de admirar la manera como el relato genera un grado de intriga al lector, de principio a fin.
En definitiva, La rendija se consolida como una propuesta cuentistica capaz de demostrar el largo alcance de imaginación y creatividad que posee el mal llamado “sexo débil” en la literatura.
Historias como esta, que para el público en común pudieran resultar triviales, son en realidad fuertes composiciones que tienen siempre en mente el manejo apropiado del lenguaje, en función de imprimirle verosimilitud y originalidad a los temas tratados.
Con esto se demuestra que el deseo de plasmar en pocas líneas un verdadero conflicto humano de grandes proporciones puesto en términos románticos de libertad y sentimiento, también puede venir de las manos lúcidas de una “femine”.
Juan Carrillo A
juanelcaibg@gmail.com
Referencia bibliográfica:
ROMERO DE MOSQUERA, Freda. La rendija. En DACONTE, Márceles Eduardo. Narradores Colombianos en U.S.A. Bogotá. Escritores colombianos en la Diáspora. Instituto Colombiano de Cultura. 1993. Pág.: 221 – 236.
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