martes, 22 de septiembre de 2009

EL ANIMAL QUE DUERME EN CADA UNO Y OTROS POEMAS

Juan Gustavo Cobo Borda es autor de una extensa bibliografía que lo ha descubierto en tres facetas: como poeta, historiador y crítico.

Por su agudeza y volumen de lecturas sobre las cuales ha realizado un ejercicio interpretativo arduo, se puede decir que es una de las voces autorizadas en el ejercicio de la crítica a la poesía colombiana, a la vez que integra –aunque solo sirva como un dato histórico- la llamada generación desencantada de poetas colombianos.

El animal que duerme en cada uno es un libro de poesía publicado por El áncora en 1995. El libro cuenta con cuatro grandes partes en las que se inscriben alrededor de cincuenta poemas.

Su distribución sin embargo es un poco traumática para el lector: en el desarrollo del texto los poemas disparan hacia diferentes frentes sin que se perciba un sentido de unidad, de tal suerte que en el libro parece haberse hecho una selección arbitraria del orden, a la buena de los impulsos del poeta o del editor.


Esa dispersión puede hacer más dinámica la lectura pero atenta contra la concreción de sentidos alrededor de temas particulares.

Por lo demás, una vez se supera esta lógica, el poemario abre universos frente a cuestiones como el amor y el erotismo, la condición de poeta y la poesía misma, y nuestra situación social.


El primero de ellos es el que más gravita. Me han sorprendido, por ejemplo, los siguientes versos del poema “Ejercicios Retóricos”, plagados de una fuerte nostalgia:

“Dondequiera que estés
Infúndele a estas palabras,
Tan necesitadas de tu risa,
Algo de ese tiempo que me concediste
Y que hoy vuelve, fugaz e inmerecido”

La sencillez en las palabras se conjuga con una imagen de una felicidad temporal a la luz de un recuerdo grato. Hay en estos versos una sonrisa espontánea pero escurridiza, una felicidad apenas perceptible; cómo no recordar con su lectura las cavilaciones de Borges en el poema “Alguien”: ese hombre que recibe de pronto una “misteriosa felicidad” y “sabe que no debe mirarla de cerca/ porque hay razones más terribles que tigres/ que le demostrarán su obligación de ser un desdichado”.

La cita de Borges no es impertinente, porque el mismo Cobo Borda en su Historia portátil de la literatura colombiana ha admitido que los poetas de su generación han caminado a la zaga, pero distanciados, del escritor argentino.

En El animal que duerme en cada uno el amor, el erotismo y hasta el sexo se imbrican: a la nostalgia perdida en los versos anteriormente citado, se le suma la febril alegría del amor en medio de los contratiempos, expresada en el poema “Tatuaje” y ese himno a la entrega sin miramientos sentimentales de “Elogio de la superficialidad” en el que los amantes son:

Apenas cuerpos
que se han querido
como nadie nunca
y ahora se desunen.
Así de sencillo.

La sencillez en el lenguaje e incluso la transparencia de la imagen, son los atractivos de este libro de Gustavo Cobo Borda. Borges se refiere a que la gente habla de “estilo llano y estilo recargado” para clasificar la poesía y seguidamente afirma: “pienso que es un error, porque lo que importa, lo verdaderamente significativo, es el hecho de que la poesía esté viva o muerta, no que el estilo sea llano o recargado” (2001, 111) Varios de los versos de este libro de Cobo Borda, tiene la viveza, doblemente elocuente a mi modo de ver, de quien escribe es estilo llano.

Con esa misma sencillez el libro desmitifica a los próceres de la patria, y a quienes desde el poder se burlan de las utopías de los ciudadanos; con esa misma sencillez y con la ironía que también caracteriza algunos de los poemas de este texto un poco desorganizado, se burla de las poses de poetas, en estos dos versos del poema “Prólogo”:

“Un poeta es alguien destinado a renegar de sí mismo.
La imagen final, en consecuencia, está prevista”

Algunos de los versos son diáfanos y penetran en el lector con solidez: en este caso la llaneza del lenguaje alcanza hasta al más reacio a leer poesía. Es una llaneza aparente porque detrás de varios de estos poemas se esconde no un animal, sino varios de los que nos habitan cotidianamente, y que saltan como fieras cada que recorremos algunos de los versos de este libro de Gustavo Cobo Borda.

Leonardo Monroy Zuluaga

Citas:

Borges, Jorge Luis. Arte Poética. Barcelona: Crítica, 2001.

Ficha del libro: Cobo Borda, Juan Gustavo. El animal que duerme en cada uno y otros poemas. Bogotá: el áncora, 1995.

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