sábado, 13 de diciembre de 2008

RAÚL GÓMEZ JATTIN: “LA POESÍA ES ESO QUE NOS TALADRA LAS SIENES COMO UN BALAZO”.

Quisiera imaginarme la reacción de un lector convencional – es decir de un lector no especializado – al repasar esta primera estrofa del poema Venía del mercado excitada y dispuesta de Raúl Gómez Jattin:

Maritza Qué nombre tan horrible Como su
cara Pero tenía un culo que sacaba la cara por ella
Y unas tetas como papayas blanditas
que no había necesidad de tocar.

Formularé aquí varias de las posibles preguntas que se haría ese lector. Lo primero es que tal vez se negaría a considerar que esas líneas son poesía y buscaría soterradamente en su archivo de conceptos cuáles son los elementos propios de un poema. Seguramente en la escuela colombiana le habrán enseñado que un poema no puede tener palabras obscenas, que la belleza se consigue puliendo al máximo los vocablos e incluso, si sus conocimientos aun pertenecen al siglo XIX, predicará que hace falta en esta estrofa la rima consonante que le dé musicalidad a los versos. Podrá encontrar eso sí el uso de la metáfora, pero la vulgaridad implícita en ella le negará la posibilidad de hacer las asociaciones entre una parte del cuerpo de la mujer y una fruta.

Sin embargo, luego de un primer rechazo inicial le sorprenderá que se pueda escribir un poema de esta forma y si revisa un poco en la historia de la poesía colombiana le interesará comprender por qué lectores afamados como Juán Gustavo Cobo Borda y William Ospina se refieren al autor de estos y muchos versos más como uno de las mejores voces de la poesía contemporánea. Con un poco de fortuna para la literatura este lector se animará a repasar otros poemas de Raúl Gómez Jattin y de seguro se encontrará con un escritor que con cada verso trata de taladrarle las sienes como un balazo.

Para un lector convencional – e incluso para uno especializado – la lectura de la poesía del cartagenero que se ha hecho mítico no sólo por sus creaciones sino por su constante visita a las clínicas mentales, su afición a las drogas y su final (atropellado por un carro), es como una iluminación. En especial en un país como el nuestro en el que la enseñanza de la poesía parece correr a cargo de maestros que en la mayoría de los casos no sienten mucho interés por ella.

Si hemos corrido con la suerte de escuchar algo diferente a los “dos lánguidos camellos / de elásticas cervices” y de hallar profesores que no utilicen el poema para la enseñanza de la lingüística, entenderemos que José Asunción Silva nos propuso un nuevo tipo de versificación – libre – y que puso en juego las múltiples sensaciones que los sentidos perciben en un poema; que Aurelio Arturo hizo una poesía con un lenguaje sencillo, lleno de vientos y de vida campesina; que Luís Carlos López introdujo la ironía y cantó a la somnolienta vida de su pueblo cartagenero; que León de Greiff tatuó de una música extraña al poema; que la generación de Mito reservó para sí la reflexión sobre los grandes temas del ser y los Nadaístas pretendieron reírse de las instituciones oficiales. Entenderemos que estas y muchas voces tienen su particularidad y que si nos decidiéramos, de seguro encontraríamos en una de ellas nuestra alma gemela.

Raúl Gómez Jattin quiso también imprimir su propio sello en la literatura colombiana y lo realizó de varias maneras. Lo primero que se puede captar en sus poemas es un arduo intento por embellecer algunas de las pasiones más íntimas del ser humano; en algunos de esos lances, el poeta cartagenero utiliza un lenguaje crudo que roza las barreras de lo obsceno y que regularmente se refiere a lo sexual.

Edwin y yo nos masturbábamos de ocho a nueve
en clase de aritmética Y de cuatro a cinco
en la de Historia Patria El de él
era idéntico a su cara Pícaro y sonriente
Con el glande torcido como su peinado (De Recordándonos Siempre)

Es necesario insistir en que con esta expresión, Raúl Gómez Jattin reta nuestros conceptos acerca de lo que es la poesía y nos invita a decidir si la suya es digna de seguir leyendo o no. Por otro lado, el tema de la sexualidad es algo reiterativo en toda la obra del poeta: las relaciones zoofílicas, homosexuales, heterosexuales onanistas, recorren gran parte de sus versos. El riesgo que corrió Gómez Jattin fue poetizar este tipo de relaciones con el apasionamiento propio de quien las ha vivido intensamente, pero con la convicción de que la labor del poeta es reelaborar estas experiencias, para que no se conviertan en simples anécdotas personales que llaman la atención más por lo sórdidas que por lo bellas.

Este hecho trae como consecuencia una de las particularidades de su poesía: nadie en la tradición poética nacional se había atrevido a embellecer lo descarnado con un lenguaje igualmente descarnado; en las voces anteriores a él siempre existe un temor de no sobrepasar algunas barreras lexicales, de no llegar a la vulgaridad pura y partir de ella para hacer poesía. Si bien no todos sus versos tienen este signo – porque Gómez Jattin también es un escritor polifacético – revelar a su amado que “eres un varón del putas” o decir que “Gladis ... me restregaba el trasero en las rodillas ... pero no me lo daba” o construir un texto como “Donde duerme el doble sexo” es un índice de esta tendencia transgresora. En este último poema por ejemplo hace un repaso a los múltiples asedios sexuales que se pueden realizar con los animales y luego de descubrir placeres y dolores de la zoofilia cierra con estas afirmaciones:

Todo ese sexo limpio y puro como el amor
entre el mundo y sí mismo Ese culear con
todo lo hermosamente penetrable Ese metérselo
hasta a una mata de plátano Lo hace a uno
Gran culeador del universo todo culeado
Recordando a Walt Whitman

Hasta que termina uno por dárselo a otro varón
Por amor Uno que lo tiene más chiquito que el palomo

Pero en Raúl Gómez Jattin no todo fue crudeza y también trató la sexualidad (que para él es pansexualidad, es decir la posibilidad de relacionarse con todos los seres de la naturaleza) desde otro tipo de imagen. Conciente de que la lengua es amplia y de que se debe renovar constantemente, indagó en sus múltiples posibilidades. El poema Casi obsceno lima la agresividad de sus poemas más febriles, y a partir de la sugerencia deja filtrar tanto los deseos sexuales como el amor:

Si quisieras oír lo que me digo en la almohada
el rubor de tu rostro sería la recompensa
Son palabras tan íntimas como mi propia carne
que padece el dolor de tu implacable recuerdo

Aquí el lector convencional empezará a experimentar otras sensaciones. Entenderá que aparte de que la poesía pueda llegar a ser agresiva y vital, también habla de las relaciones entre el amor y el dolor, de la delgada línea existente entre el amor y el sexo, de la sugerencia como elemento que la hace plurisignificativa. Yo soy de los que cree que en la mayoría de las ocasiones, el conocimiento que en la escuela obtenemos de lo que es la poesía nos lleva a formarnos la idea de que es algo cursi, que es un discurso que se refiere al amor de pareja (hombre mujer) de manera apasionada y hasta patética. Muchos de estos imaginarios son desmontados en la poesía de Raúl Gómez Jattin, a la que me imagino vetada en muchos de nuestros colegios por inmoral e impúdica. Por eso el lector convencional andará sorprendido por tanto mundo que ha dejado de recorrer, por tantas pasiones, ideas y sentimientos que ha desechado y querrá seguir repasando los versos de Gómez Jattin.

Se dará cuenta entonces que al poeta cartagenero no sólo se preocupó por explorar el pansexualismo sino que además reveló la locura, lo que significa ser poeta en una sociedad tan entregada a las vidas convencionales y también valoró la amistad como un sentimiento imprescindible y a través del cual se redime el ser humano. En cuanto al problema de la locura creo que ya muchos han insistido y hasta explotado esta condición de Gómez Jattin; por eso creo que es más importante recalar en su visión sobre el poeta y la poesía misma. En este sentido y de acuerdo a algunos versos de su producción, para Gómez Jattin el acto de creación del poema es al mismo tiempo doloroso y placentero. Por eso en De lo que soy afirma que:

Descifro mi dolor con la poesía
Y el resultado es especialmente doloroso
voces que anuncian: ahí vienen tus angustias
Voces quebradas: pasaron ya tus días

Para el lector, las expresiones pueden ser exageradas: ¿por qué tanto dolor, se preguntará, si el mundo en el que vivimos nos desconecta de nuestras angustias? Debemos entender que no es porque el poeta quiera hacer gala de falsas desgarraduras, sino que su sensibilidad desborda los límites de la de nosotros, los seres humanos ‘normales’, y termina por - parafraseando a Jorge Luis Borges – ver asombro donde otros sólo ven costumbre. El poeta es sensible a los problemas del ser humano en general – desde los económicos hasta los psicológicos – y no cesa en su empeño de canalizar todo el dolor que le produce la humanidad a través de la palabra poética. También es sensible – y eso lo habrán experimentado todos aquellos que algún día han querido escribir un poema o un cuento – a los problemas a los que se enfrenta todo escritor cuando desea crear algo bello y original. Así, al escribir poéticamente Gómez Jattin se acerca al dolor universal, pero a la vez vierte en la palabra sus propios demonios, se libera de la soledad y del hastío; por eso los versos insisten en que “La poesía es la única compañera / acostúmbrate a sus cuchillos / que es la única”.

Estos son tan sólo algunos de los sentidos que un lector puede hallar en la poética de Gómez Jattin. Pero tal vez se deba recordar algo de lo más importante de este creador colombiano: luego de la crudeza, del pansexualismo, de mostrarnos que existen otros lenguajes y otros ritmos, de decirnos que la poesía es al mismo tiempo dolor y esperanza, de burlar la locura dándole gracias por hacerlo un mendigo, de recordarnos que algo hemos perdido en nuestras clases de literatura en el colegio, y en fin, de enseñarnos que “la poesía es eso que nos taladra las sienes como un balazo”, nos devuelve su ser con estos versos que recuerdan a Withman, uno de sus padres literarios:

Por qué querrá esa gente mi persona
si Raúl no es nadie Pienso yo
Si es mi vida una reunión de ellos
que pasan por su centro y se llevan mi dolor

Será porque los amo
Porque está repartido en ellos mi corazón.

Leonardo Monroy Zuluaga


Ficha del Libro: Gómez Jattin, Raul. Amanecer en el Valle del Sinú. Colombia: Fondo de Cultura Económica, 2004.

1 comentario:

  1. Es un ensayo, como todos los de Leonardo Monroy, serio, argumentado y de afirmaciones polèmicas, de òrbitas abiertas. Contrario a su tesis, un grupo de escritores (Juan Manuel Roca, Piedad Bonett y Darìo Jaramillo, en el marco del Festival Luna de Locos, en Pereira, octubre del presente año, coincidieron que pasado el tiempo, de Gòmez Jattin quedan tan sòlo un puñado de poemas de alta calidad y una biografìa excitante e inquietante, debido a que en el pasado se le mitificò y èticamente se abusò de su locura y se celebrò su dolor. La locura del cuerpo le ganò a la locura ritual, la pornografìa a la obscenidad, el escàndalo a la sedimentaciòn de una obra. Y la anterior es una estimaciòn que va màs allà de la moral y se ubica mejor en la trascendencia, valor y determinaciòn de sus textos, lo que quedò despuès del incendio de su punzante vida.

    Gabriel Arturo Castro

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