Aunque es la primera vez que intento reseñar una obra de teatro, pues no tengo –tal vez- los elementos de juicio necesarios para juzgarla críticamente, me encontré con que en medio de los libros que aún no he leído de mi biblioteca (ya sabrán que uno compra libros que viene a leer mucho tiempo después de la compra, sea porque tiene lecturas pendientes o porque simplemente se atraviesa otro de mayor impacto) estaba una obra de teatro de Gabriel García Márquez : Diatriba de amor contra un hombre sentado, que de inmediato me generó esa inquietud por leerla y que logré, como era esperado, leer de una sola sentada.
Tal vez lo que me impactó realmente de la obra es la vertiginosidad con la que se desarrolla, pues es tan dinámica que el lector no puede mas que resignarse a ensalivar el dedo índice y cambiar de página cada vez que se atraganta de buenas reflexiones, injurias eufemísticas del personaje contra su esposo, o mejor contra el sillón en el que aparentemente hay un hombre que debe ser su esposo; y las aclaraciones del escritor acerca de la disposición del escenario para cada escena.
Ya que se me viene a la cabeza esto del sillón habitado por un hombre que recibe, silencioso, todas las posibilidades de la más grande cantaleta de que tenga registro la literatura universal, me es preciso decir que a mi juicio, el sillón de esta obra de teatro debe estar vacío, púdico, deshabitado; y digo deshabitado porque este sillón es todo un universo que se configura a partir de la necesidad de la mujer por determinarlo, es un sillón que está de espaldas al escenario, y que por lo mismo, revela la intención del escritor por demostrar que la absoluta indiferencia del hombre ante los reclamos de su esposa es infinita y que definitivamente, ante las injurias y sermoneos de una mujer ofendida y escandalizada, es mejor y más prudente guardar silencio.
La obra teatral de García Márquez centellea de imágenes visuales que encantan, como por ejemplo, esta en la que de entrada a la obra se acota que el escenario debe abrirse así: Es de noche. Graciela raya un fósforo en las tinieblas y enciende un cigarrillo, y la deflagración inicia la lenta iluminación del escenario. O la hermosa manera de concluir diciendo: es lo último que se logra oír. El mambo aumenta hasta un volumen imposible, ahoga la voz, la borra del mundo, y Graciela sigue articulando frases inaudibles contra los músicos, gesticulando amenazas inaudibles contra los invitados sin rostros en la penumbra, insubordinada contra la vida, contra todo, mientras el marido imperturbable acaba de convertirse en cenizas.
Esta es una muestra de la infinita capacidad de García Márquez para establecer su propio universo a partir de las imágenes poéticas en que se basa su escritura; es un universo donde la magia desaparece y es remplazada por una realidad cruda pero poética, la poética del silencio, del aguante, del ignore; esa es quizás la propuesta sobre la que descansa el argumento de la obra: mostrar que todos somos un atado de huesos aun con carne pero amoratados en la desolación y la certeza del olvido , en espera de un telón que cubra con más muerte la existencia de los inadvertidos y los nómadas. Quizás por eso se recurre a la imagen fantasmal del marido, inanimado, muerto, pero tan vivo en la presencia del escenario que de todas formas no queda más que imaginarlo, darle vida y atributos, llenarlo de características –también fantasmales- para reconstruir su humanidad, esa misma que se pierde en medio del alegato al que es sometido como victimario.
Por ultimo, sobra decir que el lenguaje con el que es presentada la obra, está configurado desde la cotidianidad marital, y que por lo tanto, el lector de esta obra teatral podrá verse reflejado en los monólogos de Graciela y los hará suyos, recordará sus padres o a sus viejos amores cantaletudos, insoportables y cargados de improperios, que en caso de haberse presentado como escena de otra obra teatral, hubiesen terminado en gazapera, cárcel y reproche.
Dejo pues a su lectura y a su mente, pero sobre todo a sus oídos, la tarea de soportar sin queja los reclamos de una mujer desesperada que busca reencontrase con el amor que alguna vez habitó en su matrimonio y del cual no queda más que la costumbre de un querer frustrado y trasnochado.
OMAR ALEJÁNDRO GONZÁLEZ.
Ficha técnica del libro:
García Márquez, Gabriel. Diatriba de amor contra un hombre sentado. Bogotá: Arango editores, Segunda edición, 1996
John Tresch. La razón de la oscuridad de la noche
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John Tresch.
*La razón de la oscuridad de la noche.*
Traducción de Damià Alou.
Anagrama. Barcelona, 2024.
*A principios de febrero de 1848, los periódi...
Hace 1 día
LA REFLEXIÓN QUE USTED PLANTEA FRENTE A LA LECTURA DE LA OBRA ES INTERESANTE, SIN EMBARGO LE RECOMIENDO, PARA QUE SU RESEÑA NO CAIGA EN UNA POSTURA SUBJETIVA, FOCALICE LA MIRADA DE ANÁLISIS EN UNO DE LOS TANTOS MOMENTOS DE LA SEMIOTICA DEL TEATRO; YA SEA EL PERSONAJE, SU DISCURSO, LOS DIÁLOGOS, LAS DIDASCALIAS, EL TIEMPO, EL ESPACIO, ENTRE OTROS. DE TODAS FORMAS FELICITO AL GRUPO DE ESTUDIOS DE LA LITERATURA COLOMBIANA POR NO DEJAR POR FUERA DEL ANÁLISIS EL TEATRO, PUES ESTE HACE PARTE DE LOS GÉNEROS DE LA LITERATURA.
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