“Todos los días me di en buscarla por el campus y no zanjé en mi obsesión hasta la tarde en que la contemplé tendida en la cama de mi cuarto de alquiler, unas cuadras mas arriba de la universidad”.
“Eran los tiempos” del profesor Elmer Hernández, encarna la historia de un “amor” propio de la vida universitaria, sometido a las complicaciones simples que impone la conquista del otro, auspiciada por intentos de acercamiento, decepciones y gratitudes. Su personaje principal es quien se encarga de narrarlo y añorando el pasado, evoca lo vivido con Leda, la mujer con quien convivió por casi tres meses, los avatares de la existencia y la forma en que terminó su pasajero encuentro.
Esta historia se desarrolla en medio de un recuerdo nostálgico de la universidad pública colombiana, de lo que fue y de lo que hoy no es; se mueve entre coloridos mares de ideas que habían encontrado una muy buena trinchera en las blancas paredes del campus; se desenvuelve en esa dimensión desdibujada del alma mater, la cual favorecía la disertación especulativa que revivía a ciertos difuntos, opacaba a otros y catapultaba a pocos, por algunos segundos, a la inmortalidad; en esencia, se enmarca en la complejidad de un mundo universitario ávido de sueños, aspiraciones, controversias y ganas de controvertir la realidad.
No obstante, el mundillo universitario descrito por el autor, el cual se define por su carácter inconforme y crítico con la sociedad, se ve signado por el ejercicio de la violencia. Esta encuentra una doble manifestación: se convierte en un arma ofensiva y defensiva, tanto para quienes quieren acallar la inconformidad como de aquellos que desean resistir a ser acallados. En últimas, se convierte en el sustituto de las ideas.
Pero, independiente de las connotaciones que adquiera la noción de violencia, las tensiones generadas por los estudiantes y las fuerzas del “orden” ambientan el acercamiento entre los personajes de la historia: un tropel es la excusa perfecta para propiciar un encuentro; para salvar del miedo a quien tiene miedo; para tejer la finura de un amor posible; para convivir fielmente durante tres meses y para construir una vida de pareja.
Asimismo y de forma tangencial, los conflictos de la vida nacional se enredan en el relato e inevitablemente tocan la vida de sus personajes, especialmente la del protagonista, ya que en el fondo mantiene un “compromiso” con la transformación política del país. Desafortunadamente, este elemento se convierte en un motivo para distanciarse de Leda y llegar hasta el punto de extrañarla, extrañarla de verdad “del modo en que un hombre extraña a una mujer”.
Como se puede percibir, la urdimbre tejida por Elmer Hernández sugiere un relato en el que una serie de hechos históricos afecta la vida de una pareja de estudiantes, los junta, los hace saborear la mieles del “amor” y los separa de tal manera que todo vuelve a ser normal, tan normal como si nada hubiese pasado y como si un sueño hubiese recreado una historia congelada en un tiempo y un espacio único.
Gabriel Bermúdez
Ficha del libro
Hernández, Elmer J. “Eran los tiempos”. En: La calle del capitán. Germinemos Editores: Ibagué, 2008, Paginas 107-125.
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