El poema inicia con el cumplimiento de un deseo; lo que se ha buscado siempre y ahora se vislumbra cercano y real. Por fin estamos en un paisaje no visto, exclama la voz poética, encargada de mostrarnos que lo no visto ya era imaginado, soñado, pero hecho símbolo bajo el referente conocido, esto es, el paisaje, único recuerdo de lo visto. En este fragmento, el poeta revela el paso de lo terrenal a lo eterno; el lugar más allá de la muerte en el que todos los seres confían y anhelan, sea para su condenación o no. Sin embargo, el poeta elimina la posición individual de lo eterno y ofrece una eternidad colectiva como si el momento de la muerte fuera exacto para muchos hombres a la vez.
Los versos siguientes son contemplativos, filosóficos –más de reconocimiento-. Ellos gozan con lo nuevo. Poseen un lenguaje elaborado para contarnos el espacio, hacen parte del nuevo espacio y observan cómo desde lo visto, lo pasado, otros, las mismas voces, llegan en manadas, repitiendo el ciclo de muertes hormigueantes.
El eje paradigmático que atraviesa el poema es la dualidad, el contraste de lo visible y lo invisible, que como un todo nos ofrece imágenes ambiguas, pero de profunda reflexión; posibles en ese otro mundo, el nuevo. Lo más hermoso de no ser visto: ¡el homenaje al ojo! Está imagen es formada por opuestos: si bien la primera parte hace referencia a la condición eterna de la no visibilidad, la espiritual, el complemento nos remonta al referente humano, al plano de la historia, pero la no oficial, tejida con lo invisible, con el silencio de nuestras generaciones.
En el juego de los opuestos, todo está impregnado de su contrario, como aseguró Bertold Brech. Nelson Romero nos revela que somos Dios; estamos hechos a su imagen y semejanza, somos su espejo; reflejo de si mismo. También Él, aquí en la tierra, remedia la afrenta a sangre y fuego en forma de ser humano, y sin embargo, allá, en lo invisible, la negación de los opuestos justifica la esencia de las cosas.
El último conjunto de versos sustenta la necesidad de la dualidad; la contrariedad es justificación de la existencia: la mariposa es astilla de aire; no existe la mariposa sin el aire que permite su vuelo, así como no existe al aire sin las alas que se alimentan de él. De la misma forma, el hombre material puede estar dentro de otro espiritualmente, y esa esencia espiritual, manifestarse en la conciencia del ser humano, de tal manera que se niega el fin último de la carne por la mano de la parca, y se acepta el hilo de la eternidad por medio de la conciencia histórica.
Nelson Romero Guzmán realiza una apología a la Metafísica; al ser y la nada, al creador, la creación y el mismo momento del acto creador poético, y lo hace a través de la metáfora de Obras de mampostería, dentro de la cual, el "poema 12", es apenas un hueso, independiente, único, dentro del esqueleto simbólico del poemario completo.
¡Comamos ávidos del manjar que se oculta en sus tuétanos!
12
Por fin estamos en un paisaje no visto,
recién llegados de lo visto.
Celebramos limpios aniversarios de aire,
muertes hormigueantes llegan de lo visto,
Piedras se hacen invisibles.
Lo más hermoso de no ser visto: ¡el homenaje al ojo!
Eso no rompe el hilo con la historia,
la teje con lo invisible.
Dios en lo visible remedia la afrenta a sangre y fuego.
Ya en lo no visto
La frontera desaparece,
La mariposa es astilla de aire,
el hombre al fin puede estar dentro de otro hombre
y aquél dentro de otro sin perturbarse.
12
Por fin estamos en un paisaje no visto,
recién llegados de lo visto.
Celebramos limpios aniversarios de aire,
muertes hormigueantes llegan de lo visto,
Piedras se hacen invisibles.
Lo más hermoso de no ser visto: ¡el homenaje al ojo!
Eso no rompe el hilo con la historia,
la teje con lo invisible.
Dios en lo visible remedia la afrenta a sangre y fuego.
Ya en lo no visto
La frontera desaparece,
La mariposa es astilla de aire,
el hombre al fin puede estar dentro de otro hombre
y aquél dentro de otro sin perturbarse.
Omar Gonzáles
Ficha del Libro: Romero Guzmán, Nelson. Obras de Mampostería. Colombia: Alcaldía Mayor de Bogotá, 2008
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