
Seguir siendo el rey es sinónimo de no rajarse; es decir, y para expresarlo de forma cruda, significa no tener la misma raja (la vagina) de la mujer. El mexicano que habita la novela de Sánchez Juliao y la ranchera, es aquel que desea establecer una distancia grande entre la hombría masculina y la debilidad femenina. ¿Qué implica entonces no rajarse? Sería inicialmente poder llegar, desde los extremos del orgullo, a asesinar a la persona que más se ama: en la novela son particulares las historias del Bronco Reinosa, Martín Estrada Contreras, y Simón Blanco, que asesinan a sus amadas antes de resignarse a verlas entregadas a otro hombre. No rajarse en este caso es morir de pena antes que de orgullo y en el transfondo es también ser inflexible en términos de posesión de la mujer.
De igual forma, no rajarse – es decir, seguir siendo el rey - es no temer ni al castigo por los crímenes cometidos, ni a la muerte propia; por eso todos aquellos que han baleado a sus amadas, o incluso a sus hermanas, buscan deliberadamente dentro de la novela al juez que los envíe a la cárcel. Juan Charrasqueado afirma que “es de hombres vengarse y cumplir las condenas”. Ni el castigo ni la muerte son excusa para detener la hombría de los personajes masculinos que “aunque estén perdidos no se saben rajar”: por eso su aventura por el mundo no tiene límites y hasta en las empresas más arriesgadas se ha de desarrollar ese carácter decisivo y voluntarioso de los personajes.
De allí que, como sucede con el Martín Estrada Contreras de la novela y de la ranchera, no se tengan temores cuando se apuesta hasta a la propia mujer: los personajes de Pero Sigo siendo el rey son aventureros, es decir, hombres sin un destino asegurado, a quienes no les importa jugar toda la vida en las cartas. Por lo regular pierden todas sus pertenencias, materiales y afectivas, pero lo que interesa es que su valor no se ponga en duda.
No rajarse es conservar una reputación como hombre inflexible y valiente, es demostrarle al mundo que la debilidad es incompatible con la masculinidad. Si se cumple con este principio estricto que impone una sociedad profundamente machista, se gana “la admiración, el respeto y el temor” de los demás. Todo parece ser muy sencillo para el macho pistolero de las novelas y las rancheras hasta cuando padecen o gozan los sentimientos comunes a todos los individuos. Entre ellos el más complejo es el amor.
“Las mujeres son los diablos” asegura Casimiro, uno de los personajes de la novela de Sánchez Juliao. Esta afirmación, en la que media una concepción religiosa, parece ser el lugar común del macho, porque la mujer es la única que puede hacer rajar al hombre. Es en el amor que se le profesa en la que la hombría se diluye y se invierte de paso la relación vertical constante en la vida cotidiana: bajo esta lógica, el pistolero y tahúr es quien se doblega y la mujer toma una dimensión especial.
La experiencia de los hombres de la novela es conflictiva: saben que no pueden dejar de amar, pero que si lo hacen a plenitud corren el riesgo de perder la reputación de macho irredento. La salida de los hombres es luchar contra sus convicciones y tratar de someter a la mujer a sus propios principios, amarlas con las flores en una mano y la pistola en la otra, asesinar su amor antes que asesinar su honra.
Todos estos elementos se integran en la novela de Sánchez Juliao en medio de las letras de las canciones que se utilizan para explicar momentos o para expresar los sentimientos de los personajes que la habitan. A pesar de las múltiples y en ocasiones laberínticas historias de amor de Pero sigo siendo el rey, la novela logra, desde las técnicas narrativas como los diálogos musicales y los monólogos de ultratumba, recrear de manera dinámica el universo axiológico de las rancheras mejicanas. Es una propuesta intertextual que reta nuestros conocimientos, no solo literarios, sino también musicales.
Leonardo Monroy Zuluaga
Ficha del Libro: Sanchez Juliao, David. Pero sigo siendo el rey. Bogotá: Plaza y Janés, 1983.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿QUÉ OPINA USTED?