Una de las de las constantes de la considerada era posmoderna es la de poner a prueba las verdades absolutas tras considerar lecturas alternas. Sistemas de pensamiento, religiones, teorías científicas y hechos históricos son refutados día a día. Muchas de esas valoraciones las propicia el arte: literatura, cine, televisión, música, generan propuestas para no solo ganar adeptos sino contribuir en algo a ensanchar la cosmovisión del ciudadano que en ocasiones se reduce a su precaria formación escolar y a la imposición de los medios masivos de comunicación.
Precisamente, con motivo de que se aproxima el bicentenario de nuestra independencia Nacional, el Teatro de la Memoria presenta un acercamiento particular al emblemático Simón Bolívar y algunos instantes de la vida personal y pública del mismo, que influyeron en el destino de nuestra nación. Es una pieza teatral que se desarrolla en una hora y media aproximadamente y cuyo texto dramático fue gestado por la chilena Isidora Aguirre y dirigida por Juan Monsalve.
Según la reseña de la obra presente en el cuadernillo propagandístico, “el teatro de esta autora se nutre de los aportes de Brecht imprimiéndole un sello espiritista que la lleva a comunicarse en espíritu con los muertos o los dolientes de pobreza, historia, dictaduras y guerra”. Dichas particularidades se vislumbran en el tejido de acciones en la pieza citada; claro que en pasajes de la misma, es complejo determinar la estructura narrativa convencional (inicio, nudo y desenlace) debido - entre otros aspectos- a la rotación de acciones y papeles desempeñados por cada actor.
Sumado a esto, la puesta en escena se aleja de la organización convencional, o sea, actos, cuadros y escenas, pues confluyen en un mismo plano los tres elementos que según Wolfgang Kayser en Interpretación y análisis de la obra literaria, determinan el drama: el acontecimiento, el espacio y el personaje.
Lo anterior podría explicarse al tener en cuenta que una de las influencias de la autora es el maestro Brecht, figura del teatro del siglo XX; por tal razón, los códigos y las convenciones adoptadas para llevar a cabo el texto espectacular, pueden resultar confusos a la hora de descifrar la semiosis de la representación teatral. Dichas convenciones aluden al vestuario, iluminación, música, kinésica y proxémica: los trajes y la pintura de la cara, reflejan las almas; las luces amarilla y negra dan la sensación de penumbra, espacio lúgubre; la danza alterna entre la lentitud (eternidad, sucesión temporal), en contraposición con el vértigo de ritmos que parecen rituales; y la escenografía, donde a partir de pocos objetos se desarrolla el tejido accional; por último, la figura del anunciante permite orientar al espectador y la proyección de las diapositivas a organizar los pasajes de la pieza teatral.
En cuanto a la propuesta ideológica de la obra, el Teatro de la Memoria explica que en el montaje, lo épico y lo humano toman el ritmo de la nostalgia para visitar la utopía, - el no lugar- el vacío que ha sido llenado de fantasmas, proclamas y esculturas de bronce. De esta manera en la obra, los muertos deambulan, recriminan sus propios actos, son testigos de los aciertos y yerros de sus vidas, reclaman una nueva oportunidad de resarcirse de las cenizas del olvido o el fracaso.
De igual forma, la obra plantea conflictos entre próceres y sus acompañantes; los cuestionamientos a la historia son emitidos por aquellas almas que actúan cuales jueces. Muestra de ello en la obra son algunas locuciones provenientes de los personajes en cuanto: la historia es falsa, los españoles hacían creer a los colonos que la autoridad de Dios era representada por el Rey, o que el ejército libertador estaba conformado por hordas de ignorantes y borrachos que poco o nada sabían de milicia.
En síntesis, la pieza teatral se constituye en una propuesta original y vigente para reafirmar o desvirtuar aquello que parece incuestionable y por tal razón se intenta reconsiderar la forma de cómo se ha presentado la historia de nuestra libertad. Independencia que, centrada en este caso en Bolívar y Miranda, incurre en el trasegar entre lo mundano y lo metafísico, lo real y la suposición, lo critico y lo humorístico. En si, esa es una de las posibilidades que ofrece el arte, poner a pensar.
*Pieza teatral presentada en el Teatro Tolima el pasado 19 de agosto de 2008.
José Alejandro Lozano Cardozo
John Tresch. La razón de la oscuridad de la noche
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John Tresch.
*La razón de la oscuridad de la noche.*
Traducción de Damià Alou.
Anagrama. Barcelona, 2024.
*A principios de febrero de 1848, los periódi...
Hace 15 horas
¡QUE TEXTO TAN DELICIOSO! MUY FLUIDO, MUY PRECISO Y REALMENTE INVITA A LA LECTURA. AUNQUE DEJA EN MÍ UNA DUDA, ¿SE ESTÁ HABLANDO DEL TEXTO DRAMÁTICO O ESPECTACULAR? PUES INICIA HABLANDO DEL PRIMERO Y DE UN MOMENTO A OTRO ME INVOLUCRA EL SEGUNDO SIN NINGUNA ADVERTENCIA. ES POSIBLE QUE ESTO SE ACLARE PUES NO ES LO MISMO SER LECTOR A SER ESPECTADOR.
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