Un alcalde conservador exaltado por un dolor de muela, se acerca al consultorio de Don Aurelio Escovar, un dentista sin título, para que lo cure de una vez por todas de su dolencia. Sin embargo, no es cualquier sacamuelas quien lo atiende. Es un liberal adolorido y sediento de venganza; un hombre tranquilo arrollado por los atropellos de los conservadores, quienes después del 9 de abril terminaron de obstruir los anhelos liberales del gobierno de López Pumarejo.
Lo que desde el comienzo anuncia un relato acerca de un dolor, termina revelando un conflicto entre liberales y conservadores. Ninguna metáfora pone en evidencia esto. Por el contrario, todos los recursos literarios atenúan la confrontación: la ponen bajo un velo cegador. El carácter antagónico de los personajes afianza esta tensión, la cual se hace más tangible gracias a la palabra "muela", en tanto, posibilita la confluencia de las posturas en contienda y desata el conflicto.
De esta forma, el relato deja de ser una tensión entre un mero "odontólogo" y un paciente, y se convierte en un drama propio de los años de la violencia bipartidista. Afortunadamente sus consecuencias no son nefastas. No dejan un solo muerto. Tan solo un simple dolor y unas cuantas gotas de sangre que manan de una muela recién sacada.
García Márquez muestra de esta manera que la guerra, aunque catastrófica, no es sinónimo de destrucción o muerte. Este logro es solo posible en tanto ironiza el hecho, el cual subvierte el campo de batalla y los alcances de la victoria y la derrota. Además, plantea una inversión de los registros testimóniales de la violencia bipartidista, que privilegiaban los campos y montes como escenarios principales de combate. Sin embargo, el narrador no omite las razones que sustentaron los odios, las rencillas y los levantamientos en armas de parte de los liberales y los excluidos del poder.
Las intensiones de García Márquez no se agotan en una subversión adrede. Él va más allá. Intenta destacar la opción liberal, aunque reconozca las consecuencias del poder conservador. Al respecto, la historia registra masacres, degollamientos y una serie de atrocidades auspiciadas por los godos. Basta con leer a Orlando Fals Borda, a Augusto Escobar Mesa o a Alfredo Molano para dilucidar el extremado abuso del poder. Pero el certero desenlace del relato corrobora una postura de parte de los siempre atropellados por el ejercicio represivo de los conservadores, mas un ápice de expectativa sobre el futuro del conflicto.
Así, García Márquez surge de estas paginas como una mente nada panfletaria, como un hombre bastante sutil, tanto en el tratamiento que le otorga a la disputa bipartidista, como en la denuncia de una clase atrincherada y dedicada a vivir del poder; como alguien preciso, certero y comprometido con destacar los momentos dramáticos y dolorosos de la historia de Colombia; como un hombre quien a través de su narrativa sutil sintetiza un periodo histórico: "La Violencia Bipartidista".
Juan Gabriel Bermúdez
gabobermudes@gmail.com
Juan Gabriel Bermúdez
gabobermudes@gmail.com
muy interesante la literatura colombiana que aborda el asunto de la violencia politica, yo me dedico a leer los cuentos de este tipo. He reunido una seleccion de 21, publicados entre 2000- 2010, si de pronto me quieren recomendar algunos por favor escribir a amoaborges@gmail.com estare gustosa en leerlos:)
ResponderEliminarAmoloslibros.
ResponderEliminarComparto con usted algunos títulos de cuentos que le pueden servir en su búsqueda. En el libro "La Calle del Capitán" de Elmer Hernández, se encuentran dos cuentos: "Obscuridad" y "Eran los tiempos". En el libro "Historias sin testigos" de Juan Manuel Camargo está "Quién mató a Nicolás Moreno" y en "Más allá del infierno" de Libardo Vargas se encuentran varias narraciones de la violencia.