Dentro de esas diatribas vale la pena resaltar el cuento titulado “¡Tarde!” incluido originalmente a la producción Copos de espuma y recopilado por la tolimense Luz Mary Giraldo en la selección que lleva por nombre Cuentos y relatos de la literatura Colombiana. En éste se plasma la habilidad del escritor para construir su crítica y caldear los ánimos, en este caso frente a uno de los pilares estatales por tradición: la religión Católica. Son ocho páginas que nos permiten escuchar el atronador silencio de una vida entregada a la devoción, castidad y sumisión, representada en una joven huérfana que entrega su belleza a los santos al lado de sus tías para quienes el universo simbólico lo constituyen imágenes, camándulas y plegarias.
“¡Tarde!”, genera una atmósfera sublime y soterrada, pero que muestra pasajes narrativos fuertes a través de las descripciones introspectivas que fustigan la triste vida de la muchacha. Son escenas configuradas gracias a una prosa saturada de figuras literarias y recursos intertextuales, como la alusión satírica a personajes y pasajes bíblicos que siempre fueron la compañía de la desdichada joven: “en las rocas no halló solitario alguno, ni anacoreta con báculo para mostrarle el camino, los pastores mofletudos y alegres la miraban atrevidos, y no se les veía comer pastos con los rebaños como aquellos que ella había visto citados en sus libros de santos” (235).
De igual manera, el cuento va focalizando la transformación de esa figura mariana que abandona el letargo en el cual ha estado sumergida y se da cuenta de los placeres mundanos de los cuales había prescindido por practicar el misticismo. Dicho cambio ocurre tanto en lo físico como en lo psíquico en cuanto que a medida que transcurre la historia, aquella “santa” asume una actitud hedonista que la lleva incluso a sostener relaciones incestuosas con un primo y después a entregar su cuerpo en un frenesí que parece haberse presentado de manera tardía.
De igual manera, el cuento va focalizando la transformación de esa figura mariana que abandona el letargo en el cual ha estado sumergida y se da cuenta de los placeres mundanos de los cuales había prescindido por practicar el misticismo. Dicho cambio ocurre tanto en lo físico como en lo psíquico en cuanto que a medida que transcurre la historia, aquella “santa” asume una actitud hedonista que la lleva incluso a sostener relaciones incestuosas con un primo y después a entregar su cuerpo en un frenesí que parece haberse presentado de manera tardía.
Teniendo en cuenta lo anterior, el relato representa un dardo contra el sesgo, la pasividad y monotonía de pensamiento y obra a la cual pueden inducir aparatos de control estatal en sus adeptos, tanto directa como indirectamente. Claro que en “Tarde”, Vargas Vila se resguarda de ser muy escueto, por medio de la ficcionalización de la realidad que recrea y critica, tras un exquisito empleo de recursos retóricos como la ironía, el símil, la metáfora y la personificación, lo que hace de su diatriba algo más tenue y si se quiere ingenuo para el lector desprevenido.
Para concluir, el cuento puede instarnos a odiar al personaje principal o simpatizar con sus actos, pues la trama se desnuda al mismo hasta niveles donde lo real se camufla entre la ensoñación, la sutileza y belleza de las imágenes, y abandona por instantes el hilo argumental dejando ver la polisemia del signo en todo su esplendor, invitándonos a ser cómplices de los deslices de la bella joven.
José Alejandro Lozano Cardozo
Ficha del libro: Vargas Vila, José María, “Tarde” En Giraldo Luz Mary. Cuentos y relatos de la literatura colombiana. Bogotá: Fondo de Cultura Económica, 2005.
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