jueves, 20 de octubre de 2011

DEMONIOS COMO EL AMOR

Cuando abordé la obra “Del amor y otros demonios” de Gabriel García Márquez  comprendí que el peligro es una constante de la vida y no precisamente por lo que se encuentra en el mundo, sino por lo que se encuentra en nosotros; me refiero a sentimientos como el odio, la felicidad, la tristeza y entre tantos el amor. Como es sabido, el amor es algo sutil que se da de manera espontánea y en apariencia representa el lado bello de la vida. No obstante, cuando no tomamos control de éste sentimiento se convierte en la piedra angular de nuestros temores, entonces pasa de ser sutil a destructivo.

 Y así  sucede en la novela, cuando Sierva María, la única hija del marqués de Casualdero, es mordida por un perro contagiado de rabia, lo que le produce síntomas extraños que alertan a la comunidad y piensan que ella está endemoniada. Poco pasó para que el rumor llegara a oídos del obispo y de inmediato pidiese la captura de la niña, sus padres no se opusieron, dado que su madre la despreciaba y su padre se mostraba pusilánime ante el poder del clero, y así  fue recluida en el convento de Santa Clara, donde la sometieron a fuertes castigos y a vivir en condiciones precarias. Hasta que conoció a Cayetano Delaura, sacerdote encargado de hacer el exorcismo, y con el cual vive una experiencia amorosa, que finalmente  termina convirtiéndose en el tormento de ambos hasta arrojarlos en el vacío de sus desventuras. 

En ese sentido, el amor es un demonio que nos gobierna de manera inexplicable y sin darnos cuenta de ello, nos sumerge en un mar de desilusiones, tal como sucedió con Sierva María de todos los Ángeles (personaje principal de la obra) quien de manera inocente se perdió en el laberinto del amor, por ir en busca de un abrigo que le fue arrebatado por su madre cuando la rechazó:

“Bernarda, por su parte, ni siquiera lo pensaba. Tan olvidada la tenía, que de regreso de una de sus largas temporadas en el trapiche la confundió con otra por lo grande y distinta que estaba. La llamó, la examinó, la interrogó sobre su vida, pero no obtuvo de ella una palabra. «Eres idéntica a tu padre», le dijo. «Un engendro»”. (…) P. 12

Ante esta situación, Sierva María se ve cautiva por aspectos de la vida que no concibe, debido a su corta edad. Por lo tanto el único refugio se encuentra en las personas que la aman como sucede con Dominga de Adviento, su padre (el marqués) y por supuesto Cayetano Delaura. Sin embargo, estos amores se reducen a una impotencia enorme, producto de las circunstancias que en ese momento la acechan. Primero, la persecución constante de la iglesia que de manera negligente asegura que Sierva María está poseída por el demonio, cuando no es más que una peste de rabia causada por la mordedura de un perro.

Segundo, su posición política, dado que Sierva María, a pesar de ser hija de un marqués fue criada bajo las costumbres africanas, lo cual no fue bien visto por la iglesia y la comunidad, pues muchas  de estas costumbres son catalogadas como herejías. Tercero, ser una niña de doce años, porque fue lo que la hizo vulnerable ante la vida y por supuesto ante el amor.

Es así como dichas circunstancias se dirigen a un solo camino: la infelicidad,  puesto que fueron los obstáculos los que se encargaron de coartar  la posibilidad de amar libremente. Ella creyó perderlo todo con la muerte de Dominga, sin embargo al conocer a Cayetano una leve luz surgió en su camino y acarició la felicidad por un instante:

“Cayetano tomó la mano de Sierva María y la puso sobre su corazón. Ella sintió dentro el fragor de su tormenta. «Siempre estoy así», dijo él, y sin darle tiempo al pánico se liberó de la materia turbia que le impedía vivir. Le confesó que no tenía un instante sin pensar en ella, que cuanto comía y bebía tenía el sabor de ella, que la vida era ella a toda hora y en todas partes, como sólo Dios tenía el derecho y el poder de serIo, y que el gozo supremo de su  corazón sería morirse con ella.”(…)P.78

Cayetano, al igual que Sierva María, tenía su propia encrucijada y aunque ambos sufrían desde distintas perspectivas estaban unidos por el lazo indeleble de un amor turbio, pero que a su vez era la única luz en el camino; un camino lleno de piedras y sin sabores que se transformó en la causa de la tragedia de estos personajes. Así se ve en el siguiente fragmento, pues Cayetano se encuentra totalmente vencido ante la pertinaz mirada de la condena, y la flagelación desmedida es la única forma de evitar el dolor que lo posee:

(…) Entonces se desnudó el torso, sacó  de la gaveta del mesón de trabajo la disciplina de hierro que nunca se  había atrevido a tocar, y empezó a flagelarse con un odio insaciable  que no había de darle tregua hasta extirpar en sus entrañas hasta el último vestigio de Sierva María. El obispo, que había quedado pendiente de él, lo encontró revolcándose en un lodazal de sangre y de lágrimas. «Es el demonio, padre mío», le dijo Delaura. «El más terrible de todos».P.74

De acuerdo con el fragmento anterior, es curioso creer que algo tan simple como enamorarse, se convierta en el inicio de la tragedia, pero es tan verosímil como cualquier enfermedad terminal. De esta manera, Cayetano descubrió que el único demonio que habitaba a Sierva María era “el amor”  y que este sería la desgracia de ambos, pues su oficio de clérigo y de exorcista lo enviaría directamente al abismo junto con Sierva María.

Sólo resta apreciar la sutil manera que tiene Gabriel García Márquez de ambientar una situación amorosa en un momento de la historia donde el entorno político se mostraba más oscuro que nunca, y la iglesia, ante su paranoia moralista, causaba más miedo que tranquilidad. Pero a su vez nos ubica en una esperanza cautivadora, porque si se ha de morir de algún mal, mejor que éste sea el amor.

Colaborador.
Paul Riaño Segura
FICHA BIBLIOGRAFICA. Gabriel García Márquez. Del Amor y otros Demonios. Editorial. Diana, Edición. 1a

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