sábado, 12 de junio de 2010

MÚSICA CALLADA DE JORGE CADAVID

“De todos lados
Llueven sobre el estanque
Pétalos blancos”
BÁSHÓ


Perteneciente a la colección UN LIBRO POR CENTAVOS, el tomo 44, se titula Música Callada. El autor, Jorge Cadavid, nació en Pamplona (1962); “aprendiz de naturalista y entomólogo”, se asume como poeta y ensayista; también es catedrático de Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana. Se hizo además Doctor en Filosofía en Sevilla (España) y hasta el momento cuenta con siete libros publicados.

Pero hay algo que atrae más allá de sus laureles, como los del Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus en 2003 por El Vuelo Inmóvil (Universidad Nacional, 2003) o acaso por Tratado de Cielo para Jóvenes Poetas, con el cual recibe el Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquía en 2008.

Tal atractivo se deriva de la edición misma del libro, un ejemplar bello que como anota el editor: “(…) persigue la amplia divulgación de los poetas más reconocidos en el ámbito nacional e internacional y la promoción de los nuevos valores colombianos del género”. Lo cual se logra aunque de manera parcial, pues el librillo es distribuido -en teoría- exclusivamente a los suscriptores de la revista El Malpensante.

Aunque la iniciativa surge desde la Universidad Externado de Colombia, por razones azarosas el libro ha llegado –en la práctica-- a mis dominios. Y a los ojos del lector, con quien quisiera compartir unos versos:

MIMESIS

Las cosas habitadas
Por las palabras
Basta nombrarlas
Para verlas moverse.

Lo anterior sugiere la posibilidad de crear y re-crear e imaginar con el lenguaje, pues el arte de la palabra es mucho más que simple representación de la realidad externa; mimesis, según la poética aristotélica. La poesía se funda en el nivel simbólico, en el plano de lo misterioso, a veces inefable; no en el literal y denotativo.

Llama la atención el hecho de escribir poemas con temas de la Entomología y la Botánica. Aunque el libro no es un herbario ni un texto taxonómico de libélulas rojas atravesadas con un metal, ahogadas en formol, tampoco el concepto científico es elevado al lenguaje poético.

No se queda atrapado en la definición conceptual que se halla en diccionarios y enciclopedias, o en la tarea que adelantaron en estas tierras, por ejemplo, Alexander Von Humboldt o José Celestino Mutis, y otros, en la Expedición Botánica, casi dos siglos atrás. Pero no quiero escamotear los textos; por eso transcribo para quien lee sigilosamente:

CRISANTEMOS

(Chrysanthemun silence)
No hablan de nada.
Largos silencios
Llenan la plática
De indecible blancura.

Quizá por lo anterior, la cara posterior del pequeño libro se expresa con un comentario del escritor colombiano Giovanni Quessep, quien afirma que “(…) su aire oriental, la claridad de sus versos, me convencen de que la nueva poesía colombiana va por caminos muy seguros hacia lo alto”. Coincido en la atmosfera oriental; pues el valor de lo poético quizá reside en la duda de toda certeza, en el quiebre de lo calmado; también en el hondo sentimiento de lo que puede o no suceder: en la incertidumbre.

Aunque, si retomamos la tradición oriental, encontramos en el Haikú, la posibilidad de revalidar la sensibilidad, el asombro, un homenaje al silencio, a la suma brevedad y condensación, al acertijo. Báshó (1644-1694) maestro del Haikú, recomendaba a sus discípulos “dar vida a lo inerte”. Por eso, cuando uno de ellos escribió: “¡libélulas rojas! / Quitádle las alas / Y serán pimientos”; el maestro, con un dejo de nostalgia le sugirió que lo trastocara; así: “Estos pimientos / Añádeles alas/ Y serán libélulas”. Este ejemplo es apropiado para resaltar la brevedad y la intención vivificante de los versos que componen la esencia de lo poético; presencia del libro Música Callada. O si no leámoslo:

HONGOS

(Fungi imperfecti)
El hongo digiere al mundo
Con un ritmo propio.
Es la vida que sigue
a la muerte
y está bien que así sea.
El pudrirse de una noche
de hecho es la fabricación
de un día nuevo.

Es la muerte que supura vida. Espiral de la existencia, laberinto del tiempo donde es necesario perderse para re-encontrarse. Condición vana, efímera, insondable, desfundada y desfondada: aquí el sentimiento de lo vivo es parte de lo muerto; así viceversa.

No quisiera dejar sin anotar un poema más, además asomar algunos títulos de otros para los curiosos e inquietos que, como el insecto entre zumbidos, procuran encontrar la savia que embriaga, la sangre del verso. He aquí algunos encabezados: Árbol sin sosiego; La manera de marchitar Tulipanes; Psicoanálisis del musgo; El sabor de lo real; De la errancia de los arboles; Odisea del insecto; Líquenes; Lapsus…entre otros, por ejemplo:

A LA SOMBRA DEL CEREZO

Las sombras
Siempre son compañía
Nadie se queda solo
Con sus sombras.

Por: VICTOR HUGO OSORIO CÉSPEDES
FICHA DEL LIBRO:
CADAVID, JORGE. Música Callada. Bogotá: Departamento de Publicaciones Universidad Externado De Colombia, 2009, 72 páginas.

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