viernes, 5 de junio de 2009

YA ESCRIBEN LA BOGOTA DEL “CELU” Y LA INTERNET.

Recuerdo a un familiar que ingresó a la universidad, a cuatro años de haber culminado el bachillerato en un colegio de un apartado municipio. El hombre- desde el primer semestre- se destacaba en lo concerniente a la comprensión y recepción textual en comparación con sus jóvenes compañeros, que recién acababan de soltar la toga y el birrete. ¿Cómo explicar lo anterior?

¿El nivel académico del salón dejaba mucho qué desear? ¿El colegio de dónde era egresado era bueno en comparación con los colegios de los cuales habían salido sus compañeros? ¿Él era un aventajado que debería estar en el Instituto Merani?


De acuerdo con este caso, resulta pertinente para los fines de este escrito recurrir a la pregunta de si el escritor nace o se hace. Pero más que citar un interrogante que pulula en cátedras, charlas y textos afines a la literatura, es menester tratar de dilucidarla a la luz de las crecientes propuestas de enseñanza-aprendizaje de la considerada escritura creativa, abanderada por los talleres de creación literaria, seminarios, cursos, especializaciones y por supuesto, los diplomados.

¿Pero qué tiene que ver lo dicho hasta el momento con el título del presente texto?
El titular, a modo de sinécdoque (La Bogotá del “celu” y la internet) el cual hallé en la sección cultural del periódico en mención, sirve para presentar Cenizas en el andén antología que recoge veintitrés relatos producto del taller de cuentos ciudad de Bogotá 2008. Una obra que surge de la iniciativa de la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa (Renata) que desde el 2006 apoya Mincultura en 33 ciudades, en compañía de la fundación Gilberto Alzate Avendaño, bajo la tutela del escritor Roberto Rubiano Vargas.

En la foto que aparece en la cabecera derecha de la sección cultural, se muestra a jóvenes de tenis viejos, mochila, saco de lana, sandalia, bufanda, jean o gafas a lo Gina parody. Universitarios al igual que nosotros, sólo que éstos sí andan en un cuento bacano. Son ellos los gestores de un proyecto autofinanciado que se llevó a cabo el año inmediatamente anterior en la Biblioteca El Tunal, bajo la dirección de Carlos Castillo Quintero, director del taller para Bogotá.

El compilado de cuentos presenta como asuntos narrativos a “La Bogotá futurista, una fotógrafa de penes, o las relaciones clandestinas en los buses de Transmilenio”, los cuales en palabras de Roberto Rubiano, son narrados sin morbo o crueldad por voces frescas que demuestran que no hay tema malo sino mal enfocado. Esto se puede lograr dando matices a temas trajinados como el amor, la muerte, la soledad, entre otros. “Es una generación de escritores que se ha preparado para el oficio, una narrativa joven que nos cuenta una ciudad sórdida” agrega.

Respecto a la respuesta a la cuestión de si el escritor nace o se hace, es pertinente hacer caso omiso al prejuicio e incluso el juicio ligero de quienes despotrican acerca de los proyectos formales de escritura creativa (diplomados) sin tener conocimiento de causa acerca de los objetivos que éstos procuran, a saber: dotar de herramientas teórico- procedimentales a los participantes para tener un acercamiento significativo a las diversas manifestaciones literarias; se presentan como una alternativa pedagógico-didáctica para docentes que vean en la escritura creativa una opción justificada, incluso desde la normatividad oficial, para llevar a cabo la flexibilidad y apertura curricular; posibilitar el desarrollo de las diversas inteligencias, la competencia literaria y por ende la comunicativa; propiciar lecturas alternativas del contexto, y la gestación de nuevas generaciones de escritores potenciales.

Luego, el escritor sí se hace tras tener una significativa socialización primaria y secundaria producto del impulso de su capacidad creativa en cualquier dimensión estética según la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner: la verbal-lingüística, al tener la posibilidad de ver a familiares leyendo, manipulando libros, escuchando música, pintando, asistiendo a eventos, dibujando, entre otras actividades que fomentan el desarrollo del pensamiento divergente o fantaseador, a la vez que se educa en la cultura de la autonomía y el no plagio, y el trabajo perseverante con la palabra para re-crear realidades.

Aunado a lo anterior, me parece interesante la experiencia que llevan cabo universidades como la Pedagógica, Distrital, y Javeriana en cuanto a obligar a los estudiantes -sin importar la carrera- a leer cien novelas durante su formación; o a educarles en cuanto al no plagio intelectual por medio de revistas de historietas; o a establecer convenios con los colegios de donde provienen los estudiantes egresados, para observar el proceso de transición y el grado de desarrollo de su competencia comunicativa durante los dos primeros semestres universitarios.


Lo anterior justifica la necesidad y hasta obligatoriedad de la inclusión de proyectos pedagógicos en escritura creativa en las disciplinas afines a las humanidades y por qué no en las demás áreas obligatorias y optativas del currículo. Puesto que no se puede seguir considerando que “el escritor era un señor por allá metido en una buhardilla, enfrentado a sus fantasmas, escribiendo la gran obra, que iban a apreciar luego de su muerte” como afirma Rubiano, o que escribir ficción es algo que no es inherente al ciudadano de a pie.

Pero para orientar esas propuestas de escritura ficcional o para denigrar de las mismas, se requiere de preparación, plantear la discusión o la crítica con elementos de juicio y no sin desconocimiento de causa, para que las propuestas de intervención creativa no se queden en el activismo, la lúdica, la anécdota ramplona, la charla pasajera, el ornato innecesario, o como las concepciones respecto al cuento que abusan de la generalización o la dicotomía conceptual, por citar un caso, y se convierten en obstáculos epistemológicos.

Por estas razones expuestas y en medio de esta aridez creativa, de pensamiento uniforme y estéril, resultan válidas propuestas de creación escritural con fines estéticos, el concurso de cuento RCN, los talleres de Renata, en nuestro caso más cercano la revista Kinismo.


Según lo expuesto a lo largo del texto, quienes denigran de estas propuestas me incitan a creer que posan de ingenuos ante la normatividad al respecto expuesta por el ministerio de educación en los documentos como los lineamientos y estándares curriculares, o no quieren aceptar por simple y vacua terquedad el estado del arte en cuanto al tema.

JOSÈ ALEJANDRO LOZANO CARDOZO
alejocar23@yahoo.es
Referencia: YA ESCRIBEN LA BOGOTÀ “DEL CELU” Y LA INTERNET En: El Tiempo. Bogotá D.C. 27, Febrero, 2009, sec. 2.

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