martes, 23 de junio de 2009

PORQUE EN EL RÍO DEL TIEMPO, TODOS LOS CAMINOS A ROMA VAN

En Los caminos a Roma, Fernando Vallejo, el personaje – autor da cuenta de su trasegar por Europa. El mencionado viaje resulta del interés de Vallejo por querer formarse como cineasta en la mítica ciudad italiana; lastimosamente, esta afición artística se trunca por diferentes factores, entre ellas, el desencanto mostrado por Fernando a las academias y centros de formación del llamado séptimo arte.

Sin embargo, su frustración no se ve equiparada con este hecho; ante la imposibilidad de establecerse como un estudioso del cine, el personaje toma la decisión de transitar por el viejo continente con la intención de explorarlo, conocerlo. Y en esta medida es que el relato mismo se convierte en una novela de viaje, de aventuras, por lugares inciertos y de total desconocimiento.

El errar por Italia, Francia, España, Inglaterra, Holanda y Alemania lo llevan a reflexionar sobre varias cuestiones, entre ellas, la difícil situación de un latinoamericano en Europa, y de manera particular, el amor inconmensurable que no imaginó sentir por sus abuelos, Medellín y en general, por Colombia.

Este apego le exige rememorar en las líneas de esta novela, sus momentos de infancia y adolescencia ligados al cine y la literatura; además, los instantes vividos al lado de sus abuelos –de hecho, cuando Fernando está en Roma, conoce por medio de una carta, la muerte de uno de ellos– y en especial, todo lo que dejó por ese sueño que a la larga, fuera inconcluso. Bajo esta lógica, es que Vallejo determina finalmente, volver a su tierra natal.

Los caminos a Roma, de manera paralela, señala ciertos aspectos de sumo interés en la narrativa del antioqueño que bien generarían disertaciones o algún tipo de reflexión literaria en cualquier espacio académico, sea este formal o informal. Dentro de estos elementos, es de subrayar el carácter mismo de la “autobiografía ficcional” que algunos escritores, como él, re–toman luego de determinar que no hay razón para ubicar un personaje de ficción en un relato literario, aun cuando el mismo autor pudiera situar su figura como integrante de la historia.

De esto se desprende, el polémico grado de “credibilidad” que el lector convencional pudiera darle a los aspectos autobiográficos del escritor, los cuales permanecen consignados en El rio del tiempo. Un pasaje generador de tal complejidad, se percibe cuando se sugiere que Fernando asesinó a dos personajes en su andar por Europa, y es él y no el lector, el juez de sus actos:

“¿Y el gringuito? ¿Y Madame? ¿Y la conciencia qué? ¿Así nomás se borran? ¿Así nomás se quedan? ¡Ah, ese par de sucesos inciertos, dejados a medias sin final conocido! A pie o en tren o en carro me seguían, como perros rabiosos, como coitus interruptus, como una condena.” (pág. 380)

Leyendo este fragmento se debe afirmar que todo lo dicho en una autobiografía no es necesariamente realidad pura, y sería un despropósito pensar que la producción artística relata “fielmente” hechos criminales. En la novela, Fernando, bien pudiera asesinar, robar, convertirse en pederasta, sicópata en serie, mas, sus actitudes y acciones se medirían bajo la línea de la ficción, tomando como referentes momentos de su vida real.

Por otra parte, en Los caminos a Roma, se habla de un valor casi innegable para Vallejo en la distancia: la lengua castellana; en este sentido, hay similitudes entre lo evidenciado en la novela y lo sostenido por Cioran, en tanto “no se habita un país, se habita una lengua. Ésa es la patria y no otra cosa”. Clara evidencia de esto, se presenta en una escena en la cual Fernando dialoga con una niña judía sefardí en un castellano puro, lo que genera luego en el protagonista, la siguiente remembranza:

Déjame revivir un instante el instante. Déjame oírte, recobrarte, recobrarme en el común origen, el viejo idioma mío, mío y tuyo, que he olvidado…Quinientos años tenían que haber pasado para volverlo a oír, en Roma, de tus labios, niña. Pero no. Lo que oigo es el eco.” (pág. 356)

Los caminos a Roma, es un interesante ejercicio de reconstrucción individual realizado sobre la base de las peripecias de un colombiano que busca convertirse en cineasta en el extranjero; el hecho de materializar una autobiografía compuesta con elementos ficcionales, es de igual manera importante, al igual que la pericia del autor por impedir la descontinuación de una saga biográfica, que quizá por su trasegar pudiera volverse tediosa. Por el contrario, luego de esta lectura, bienvenida es Años de indulgencia.

Juan Carrillo A
juanelcaibg@gmail.com

Ficha del Libro: VALLEJO, Fernando. El río del tiempo. Bogotá. Editorial Alfaguara. 2003

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