martes, 24 de enero de 2012

LAS ALABANZAS Y LOS ACECHOS


La forma como se puede concebir un libro de cuentos, ya sea por parte del   lector o escritor, subyace, en cierta parte, en descubrir una temática que encierre los relatos a través de las exigencias de la escritura dando una diversidad de temas para su entendimiento. Es decir, que las lecturas y escrituras pueden darse por un  tópico que encierre varias historias en un libro literario. En otros casos pueden ser textos fragmentados con un carácter distinto, es decir, tener diferentes temáticas con el fin de recrear un mundo poco tangible al lector para que este mismo busque afinidades.

La producción de cuentos que rondan en medio de un territorio y en intermitencias de personajes que por momentos vienen a ser vitales en los relatos, es lo que se puede encontrar en el libro de Fernando Cruz Kronfly, Las alabanzas y los acechos, del año 1980.

El libro contiene una exploración del ser humano por pasajes comunes y en territorios no poco conocidos, enmarcados desde otras ópticas que se desprenden en la amplitud de la existencia y en los recuerdos como síntoma de desequilibrio constante, para someterse al contenido social que alberga incertidumbres.

Los recuerdos acompañados de Silvestre Morón, es un claro ejemplo donde el relato le da una importancia al recuerdo en la trama de un circo. El recuerdo se viene a enfocar con la llegada de una mujer  demasiado talentosa, buscando un trabajo donde explorar nuevos territorios, y que el narrador conoce muy bien al describirlo  y describirla en su labor: “…todo aquello que guarda relación en el manejo del cuerpo con el límite del peligro… -y continúa- estuvo a punto de aprender a hipnotizar, y a quien casi mata de un mordisco en el cuello, una noche de amor, pues…” (Pág. 35). Las acotaciones del narrador, no son un simple espectáculo erótico, sino, también, el divertimiento del peligro y la imposibilidad mezquina de sondearla en los vestigios del amor en un escenario común como es su apartamento.

La expresión de este autor caleño viene a representarse en sus cuentos como un dominio de la vida en los espejismos, en la curiosa inversión de los personajes y los cambios de narradores. No obstante, los retornos que se llevan en la mayoría de cuentos se dan por la existencia de Salamando. Él es un eje en las historias que se entre cruzan en los cafés. Cuando lo habitantes de las calles deciden hilar los recuerdos, siempre entrarán poseídos por Salamando, no como una bestia infernal, sino porque se hace indispensable seguir el rastro de este personaje para tejerlo con los demás relatos: “Ver pasar al viejo Salamando, tan frágil como se observa en panoramas desde aquí,…(Pág. 14.). El personaje aparece constantemente, de cuento en cuento, como figura estructurante del libro. así por ejemplo, en otra narración se afirma que  “Eloy Salamando hizo a un lado algunos algodones entrapados…” (Pág. 81.) La presencia de Salamando es, en ocasiones marginal, aunque constante, y se proyecta como principal en un relato llamado Nadie se muere en esta vida.

Por otro lado, se observa, además de las inversiones estilísticas, que los cuentos vienen a circular por entramados indescifrables y tormentas en los muros de los barrios que provienen de una o varias guerras metaforizadas desde lo más mínimo de sus detalles: “Además, si en medio del combate un pájaro gira en el cielo de cenizas… y de aquellos promontorios de muertosinocentes que se forman en las esquinas” (pág. 105.).

No hay que mirar de soslayo las intermitencias de la escritura de Kronfly, ya que en cada uno de sus relatos se conservan estilos para bifurcarse y desentrañar el laberinto de Las alabanzas y los acechos.

LUIS FERNANDO ABELLO
Ficha del libro: CRUZ Kronfly, Fernando,  Las alabanzas y los acechos,  Editorial Oveja Negra Ltda, 1980. Bogotá, Colombia. 

1 comentario:

  1. Una bella obra. Muy buena prosa del maestro caleño. Me parece importante, en el comentario sobre el texto, hablando de la recurrencia temática, no olvidar el río coronación y la mujer como eje desestabilizante del juego narrativo. Saludos desde Armenia.

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