jueves, 15 de diciembre de 2011

CHE, CANTATA PARA VOCES, TAMBORES Y CHIRIMÍAS DE JORGE ZALAMEA

Así pasa la vida, vasta orquesta de Esfinges
que arrojan al vacío su marcha funeral”.
CÉSAR VALLEJO
Jorge Zalamea (1905-1969) es conocido por ser un escritor colombiano que ocupó cargos  diplomáticos, luego fue exiliado, y  también activista de la paz. Se le confirió el premio Casa de las Américas en 1968 y por la totalidad de su obra el Lenin de la Paz. Tradujo además la obra del poeta Saint Jhon- Perse. Algunos de sus libros  son El Gran BurundúnBurundá ha Muerto, El Sueño de las Escalinatas, El Viento del Este da Nuevas Al Gran Salto, así comoIntroducciòn a la Prehistoria y el libro que da título a este texto.
Quizá como él, vivimos en un mundo cada vez más sordo a la música.Por eso extraña el hallar obras poéticas emparentadas con el lenguaje de las melodías, por ejemplo de la cantata. Esta, es una composición musical profana o religiosa para una o varias voces con acompañamiento.
En el caso de la obra Che, Cantata para Voces, Tambores y Chirimías, se compone de un primer movimiento, “grave o scherzo furioso” por segundo un “Andante”, el tercero es un “Adagio” y por último un “Allegro Moderato”.
Es perceptible la musicalidad de los versos, que al ser leídos en voz alta se comportan melodiosos, dramáticos, con un fuerte componente de tragedia, donde la visión maternal y mítica de la MadreTierra acoge en su seno primordial al héroe caído.
En ese sentido, el hombre muerto por quien retumban las voces, tambores y chirimías, simboliza la lucha del Ser por superarse así mismo, o de la naturaleza humana por superar el imperio de la razón instrumental, la eterna búsqueda de la libertad del espíritu cultural, aquel que otorga a la imaginación una facultad de conocer lo verdadero, como una mentira que muestra la verdad, o así como lo manifestó el poeta francés revolucionario y vanguardista André Bretón: “lo imaginario es lo que tiende a volverse real”.
PROSA Y VERSIFICACIÓN EN LA CANTATA
El primer movimiento es abierto por el Coro, quien observa y canta que: “el horror, como un murciélago, las enloquece”. Pág. 24. Además  que las Mujeres lucen: “Poseídas por el bifronte dios del amor y del odio, ya sus palabras no son inteligibles para nosotros y se confunden como la lluvia a la granizada en este estrépito que nos atemoriza”. Pág. 28.
El segundo (Andante) se caracteriza por la percusión. Símbolo de la guerra, resuenan los tambores. El trueno es una alegoría del conflicto bélico. Así como resuenan el huehuetl, el tepoznotle azteca, el tunkul maya, el pax, los atabales tendidos con piel humana de las antiguas comarcas del Cauca: “¡En toda América una tempestad de tambores enlutados!” pág. 39. “La tempestad de los tambores, en horrísono crescendo, dispersa al Coro, doblega a las Mujeres sobre la tierra, persigue al Mensajero y sacude toda la selva de cobre y estaño que rodea el lugar donde yace Él”. Pág. 40.
Con el Corose sienten las voces de cinco diferentes hombres: indio, negro, mestizo, blanco y mulato. Ante ellos, cuatro mujeres plañen sus penas. Estas “aullantes de viudez” reclaman al “Gran Tata”, Al Comandante, al Che, arrebatado violentamente por oscuras fuerzas. Frente a sus lastimeros gritos, el Coro manifiesta lo siguiente: “Mujeres de poca fuerza: cada vez que uno como él cayó, uno nació como él”. Pág. 50. No obstante, también es cierto que “ (…)  la gris desesperanza ventea sobre ellas y las salpica con la caspa de su viudez renovada.” Pág. 54.
Con una especie de poemas sociales, se tematiza el hecho de encontrar contradictoria más que absurda la guerra fratricida, puesto que:“bajo el uniforme se niega la sangre y se pudre el corazón” pág. 57. Por lo cual, la voz poética se cuestiona: “No sé por qué piensas tú, soldado, que te odio yo”. Pág. 58. Quizá le resulte vergonzoso el hecho de ser colombiano, de esa catástrofe que es el acto de nacer, de vivir para una muerte violenta y sin sentido; aunque aparentemente sea la condición natural del hombre: “Vergüenza, vergüenza, vergüenza de nuestros vientres mal sembrados / ”. Pág. 60.
De nuevo, el Coro nos recuerda cómo se ha envilecido el valor de la vida, así como el valor de la muerte, al hacer de esta un trofeo de guerra, por ejemplo al exhibir imágenes o porno-textos en los medios de comunicación masiva, ya sea la prensa con su crónica roja y su prosaico amarillismo o los noticieros donde todo es un diminutivo falazo simplemente las falacias de la Internet de nuestros días:
“Alucinadas por imágenes que nuestros ojos no perciben, las mujeres azotan la tierra con sus frentes, vierten sobre ella todos sus miembros en espasmos tetánicos./ Sus gritos agrietan los tímpanos, taladran el cráneo, penetran hasta los sesos vivos y los baten como una crema teñida de sangre.” Pág. 60.
También se encuentra un hombre desnudo, al parecer el Comandante,  recitando una especie de letanías u oraciones como estas: “semilla de la violencia/ fornícame/ Estrella de la sangre/ condúceme/ Cobra de la falacia/ adiéstrame…/ ¡Capa pluvial de la muerte/ cúbreme! / ¡Crujiente arreo de la muerte/ cúbreme! / ¡Bandera triunfal de la muerte/ Cúbreme, cúbreme, cúbreme!” pág. 66.
Ante estas palabras, las Mujeres y Hombres, lanzan imprecaciones al Recluta y el Maniquí Militar, quienes tras asediarlos, se esfuman hasta desaparecer cuando vuelve la plena luz al lugar. Con esto no solo se reconoce el poder de la santería afro-caribeña; pues también se adhiere a una suerte de hibridación con los rituales místicos o las creencias espirituales y cosmogonías de las tribus pre-hispánicas. 
De lo anterior, se desliga el que esta elegía coral a Ernesto Guevara es idealista y utópica cuando pretende la función social de la poesía, al construir hombres dueños de su propia existencia en sociedad, de la naturaleza, de sí mismos, individuos libres.Es decir, que se aferran a una verdad individual quizá absoluta y definitiva así como su desenfrenado amor a la humanidad. Una verdad por la cual vivir o morir para enfrentar así la vida desde un idealismo encarnizado o en realidad una lucha contra la “vasta orquesta de Esfinges que arrojan al vacío su marcha funeral”.
Algunos escritores como César Vallejo, Luis Vidales, Pablo Neruda o Nicolás Guillen también se aventuraron con este tipo de creaciones basadas en la realidad social e histórica y política. Aunque, actualmente, causa desencanto y perplejidad el impacto simbólico de un personaje legendario como Ernesto el “Che” Guevara.
 Lo digo apoyándome en el hecho de encontrar su imagen convertida en un ícono de la industria cultural, es decir, reducido a objeto de consumo audiovisual, imagen masificada y desmitificada, también símbolo desgastado de cierto espíritu beligerante, subversivo y divergente, por ejemplo en canciones de “Música protesta”, en largometrajes hechos en Hollywood, en camisetas, gorros, afiches, calcomanías, separadores de libros, grafitis, murales, o en tatuajes de jóvenes suicidas.
También el boxeador norteamericano campeón de los pesos pesadosMike Tyson, se hizo uno cuando estuvo en prisión junto a otro del rostro del chino Mao TseTung. Y el futbolista argentino Diego Armando Maradona también lleva un rostro de Guevara tatuado en su brazo. Y algunos estudiantes universitarios lo llevan más que en sus carnes tatuado, en el alma. Porque significa sus espíritus contrariados e inconformes con la realidad y la libertad que les han obligado a discutir y derrumbar por ser tradicionalista, autoritaria, dogmática, burocrática, conservadora de las tradiciones, contradictoria, perversa.
Quizá esto se deba al problema planteado por Jesús Martín Barbero, al retomar a Marlyse Meyer, quien cree que vivimos en una realidad contradictoria y desafiante, bajo una lógica perversa donde se logra hacer coexistir y juntarse de modo paradójicamente natural la sofisticación de los medios de comunicación de masa con masas de sentimientos provenientes de la cultura más tradicionalmente popular.Esto en el seno de una sociedad violenta, cínica y corrupta, cerrada a la diversidad y pluralidad de pensamientos, a la imaginación y la posibilidad de creación de mundos… para despegar pues ya no es mágico el mundo o como escribierael chileno Pablo Neruda:
“Hay cementerios solos,/ Tumbas llenas de huesos sin sonido, / El corazón pasando un túnel / oscura, oscuro, oscuro, / como un naufragio hacia dentro nos morimos, / como ahogarnos en el corazón, / como irnos cayendo desde la piel al alma.”
Por: Víctor Hugo Céspedes. 
CHE, CANTATA PARA VOCES, TAMBORES Y CHIRIMÍAS; ZALAMEA, Jorge. Carlos Valencia editores, Bogotá, 1980. 78 páginas.

2 comentarios:

  1. Queridos amigos:
    Les escribo desde Argentina, hoy 24 de diciembre de 2011. Nuevos aires y frescos corren por nuestra patria grande. Esta tarde, en una feria de libros antiguos de Buenos Aires, le compré a mi suegra (gran amante de toda literatura sobre el "Che"), un libro que me recomendó el librero como una "joyita": CHE Cantata para voces, tambores y chirimías. Ed. 1980. Le encantó a mis suegra, y buscando sobre la vida de Zamalea en internet, me encuentro con la única publicación en la web sobre este libro, que es la de uds. y la cual se ha publicado en estos días. Felicitaciones por dar a conocer a este excelente poeta. Saludos.
    Daniel (devillella@gmail.com)

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  2. Apreciado Daniel: nos alegra que estemos en sintonía con sus búsquedas. Lo invitamos a acercarse a nuestro sitio que desde hoy, 12 de enero de 2012, se revitaliza.

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