martes, 13 de septiembre de 2011

PRIMERO ESTABA EL MAR DE TOMÁS GONZÁLEZ

Tomás González es un escritor de Medellín que cuenta con varias novelas publicadas –algunas de ellas premiadas a nivel nacional- así como con libros de cuento. Entre las primeras están Para antes del olvido (1987), La historia de Horacio (2000) y los caballitos del diablo (2003) y en cuento destaca El rey de Honka Monka (2003). Primero estaba el mar (1983) fue publicada en 2006 por editorial Norma con una extensión de 125 páginas.
En términos generales, la historia de esta novela de Tomás González es la siguiente: una pareja –J. y Elena- se traslada desde Medellín a una zona costera y casi inhóspita de Antioquia, en la que compran finca con gran parte de los ahorros que disponen. Ninguno de los dos tiene experiencia en el manejo de este tipo de negocios así que cada uno hace lo que puede para mantener a flote la inversión y, de paso, no dejar naufragar una relación labrada desde Medellín. El clima, las deudas y la voracidad de ciertas personas del lugar, los avasallan hasta doblegarlos paulatinamente.
La linealidad de este argumento tan sólo la rompe una carta que se incrusta hacia la mitad de la novela, amén de un indicio que emerge casi imperceptible en el capítulo 6, y que anticipan el final de J. El lenguaje no es experimental y los diálogos se solucionan con matices coloquiales que ubican al lector en la naturaleza de los personajes. Este armazón se complementa con la intromisión tímida y esporádica de un diario que conserva algunas de las peripecias sufridas por J.
Vista en perspectiva, la escritura de esta obra es muy convencional lo que no quiere decir que desde la sencillez no se logre profundidad en el conflicto. En gran parte de la novela se mantiene la expectación frente a las verdaderas razones que ha tenido la pareja para trasladarse a un lugar desconocido, cuyo único atractivo es un mar que, muy a pesar de los viajantes, se torna arisco en épocas de lluvias. Hacia el final se resuelve la incógnita cuando el narrador afirma sobre J que:
… la perspectiva de volver a Medellín a buscar trabajo con Ramiro o alguien como él de jefe, le ponía la carne de gallina… Tampoco le atraía mucho volver a la vida de antes de escapar al mar con la ya demasiado conocida y tal vez inevitable rutina de borracheras y cocaína en apartamentos desabridos o aparatoso rock en discotecas modernas hasta la náusea. (115-116)
J. y Elena se desplazan hacia la costa antioqueña para huir de la civilización. El tópico ya ha sido trabajado en Colombia en novelas como La vorágine de José Eustasio Rivera y La nieve del Almirante de Álvaro Mutis. La huída pretende alejarse de las exigencias de la vida moderna que ha fracturado al ser humano, en medio de los conflictos como el rápido paso del tiempo, el afán de lucro y la cárcel del trabajo. Sin embargo, el anhelo de un mundo no salpicado de problemas se desvanece en la vivencia de una naturaleza devoradora –como la de La vorágine- y de trabajadores con rasgos violentos similares a los que habitan la ciudad. La huida de la civilización en J. y Elena no es, finalmente, un paliativo.
Esta frustración es predecible, al fin y al cabo la novela moderna es el género del fracaso. Lo importante entonces no es que los dos personajes principales de Primero estaba el mar cumplan con el destino de la mayoría de quienes habitan el género novelístico, sino cómo logra la novela desmarcarse de los lugares comunes. Tomás González asume dos posibilidades: por un lado, personajes bien definidos – J. turbulento y bohemio, amante de la vida natural, mientras que Elena tiene un carácter hostil, en ocasiones arrogante y violento, para sólo hablar de los protagonistas-; por el otro, un tono que no cede a los extremos y que mantiene la narración en un estado de calma, afín con la experiencia vivida en zonas inhóspitas.
En el primero de los casos, hay una tendencia a conservar los detalles en las descripciones y los diálogos, para que los personajes conserven su estructura: a Elena, por ejemplo, la escuchamos desde las primeras páginas vociferando vituperios a quienes han arruinado su máquina de coser, la que eventualmente sería su única entretención en su finca. El segundo es tal vez el logro mayor: los intentos de describir una vida alejada de la civilización, y en medio de la naturaleza, me parecen un poco violentos en La vorágine y francamente patéticos en La nieve del almirante. El tono equilibrado con el que se abordan los conflictos en Primero estaba el mar es tal vez su mayor atractivo.
Sumado a estas consideraciones se encuentran algunos temas importantes: la nostalgia por una vida sin los afanes cotidianos y la lucha por encontrar un reducto más amable (el locus amenus de los latinos); las difíciles relaciones de una pareja que ha vivido el paroxismo de los vicios de la ciudad; la existencia, un poco al garete, en regiones apartadas de las ciudades. Primero estaba el mar narra algunas de las aspiraciones de una franja de seres contemporáneos cansados de su vida urbana, febril y descompuesta, pero devorados por una naturaleza humana que, aun en regiones apartadas, deja ver sus cuchillos

Leonardo Monroy Zuluaga
Ficha del libro: González, Tomás. Primero estaba el mar. Bogotá: Norma, 2006 (1983)

4 comentarios:

  1. Saludos muchachos. Les escribo desde Bogotá para felicitarlos por el trabajo constante y profesional que vienen realizando en el blog. He estado navegando un poco por las reseñas, y hay muy buenas ideas planteadas allí.

    Yo también manejo un blog de crítica de libros, en donde he enlazado su sitio. Espero su visita y comentarios.

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  2. Alejandro, bienvenido. ¿Cuál es la dirección de su blog?

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  3. Mi blog es:

    http://la-pasion-inutil.blogspot.com/

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