miércoles, 13 de abril de 2011

BALADA PARA GATOS INSOMNES Y VAGABUNDOS.

No soy  gato, ni  tengo un nombre estrambótico, tampoco voy dando tumbos por la ciudad como si fuera un maldito drogadicto que necesita la noche y las bichas para existir, pero creo, sinceramente, que en ocasiones me he sentido como medio lleno de whisky, de ácidos, de bocanadas de humo que entrecortan lo cotidiano y hacen que con cada exhalación se llegue como a un éxtasis de miedo, de vacío y de nada.

Entonces, al reconocer la simpleza de lo que soy, encuentro cierto resuello en lo que sucede con Pink Tomate, con Amarilla, con Lerner,  Max, Gary Gilmour y Marciana. Todos ellos vienen a ser  una suerte de proyección de mi mismo. Decía Cristina Peri Rosi que en la mayoría de los seres humanos existen dos clases de fantasías, unas movidas por un deseo oscuro de ser algo distinto de lo que somos ante los demás, revelar otra existencia que nos habita; también, el temor de que las cosas pueden ir mal y que lo que más odiamos pueda aparecer en algún momento de la vida para trastornarnos y sumirnos en un mundo caótico del que no  queremos ser parte.

Eso es precisamente lo que sucede cuando leo la novela de Rafael Chaparro Madiedo. Quizá esté algo tomado justo ahora, pero es que no encuentro otra forma para acercarme con sinceridad a la comprensión mediana de lo que propone Chaparro, porque no es evidente un argumento. Tal vez  esté enajenado, completamente pasmado y lleno  de sueño en medio de lo que parece ser una lectura realmente Trip Trip Trip. Como cuando se está en medio de una farra y te dicen que ha llegado nuevo chorro y más polvo del que te sube el ánimo al punto de que necesitas nuevas aspiraciones para estar a tono con la música y la noche que chorrea babas y abre la lujuriosa madrugada de un nuevo día. Entonces comprendo que en gran medida las páginas se van acumulando en un enorme sentido citadino; profundo elixir suburbano sobrepesado de hastío, palabras que revelan ascos internos y desandadas existencias de humo, trip y marihuana.

Realmente lo que sucede  es que en medio de una lectura algo extraña irrumpen metamorfosis psicóticas de uno mismo, aspectos de ser uno mismo el que avanza página tras página a través de un mar de miedo, cenizas, humos y babas que chorrean ilimitadas a lo largo de cada capítulo, en el que Pink o Yo somos pedazos de noche rota que se cuela lentamente sobre las pupilas, dilatadas en torno de las tetas de la vecina que simula ser una Amarilla  que se acerca para mitigar el tedio la ceniza, humo, lluvia, ácidos y vaso.

Di –creo- dos lecturas a cada apartado de la novela para desentrañar el alucinado relato que Chaparro proponía, y sé que en verdad la lectura fracasa si no se está bajo el influjo de algún psicoactivo que te ponga a tono con cada frase imagen palabra verso página capitulo en el que se desenrolla inclemente la madeja de viajes de alucinaciones de vidas muertes en medio de una ciudad que desaparece en la mirada triste de un par quizá tres gatos deambulando por la rota noche llena de mar muertes fuego  babas de téticas de perra extasiadas por el abrazo de una boca ávida de lujuria trip trip trip al tiempo que suena I can´t get no satisfacción cerca de la silla eléctrica de Gary Gilmour de tu misma noche de lector drogado  en una escuálida silla de rodachinas por el influjo de un aceite venéreo que entra con cada bocanada que dan tus ojos  a las letras palabras versos imágenes capítulos noche rota lluvia I can´t get no satisfacción mierda.

Así no más podrá comprender el lector de esta reseña que no quiero, ni voy a  hacer el intento de  explicar el argumento de la novela, porque me la cago  como cuando se caga en un bus intermunicipal que va dando tumbos con las curvas y entonces piensas que es posible que se vuelque y untes a todos los pasajeros de tu propia mierda, igual que hacía Marciana en los baños del Bar Cosa Divina con el pintalabios contra el espejo al tiempo que decía “pásame un cigarrillo, esto es sólo para ti, esta musiquita es sólo para ti, no importa si no te has bañado, ven para acá, te tengo, no cierres la ventana, pero por favor no llores, te juro que estaré junto a ti cuando llegue la lluvia de noviembre, ven para acá, ven a mis babas, eres sensacional, déjame meter mis dientes entre tus dientes, déjame tumbar todas tus palabras, las quiero manosear, quiero restregar mi cuerpo en cada una de tus palabras, en tu nombre, en tus axilas… (Pág. 105.) Porque es verdad que Marciana logró conocer todas las vergas de los que iban  al Bar Cosa Divina y a cada uno le decía suciedades según su condición al ritmo del sexo, perfectamente plasmado como una melodía escrita en pintalabios rojo sobre el espejo lleno de historias, de mil y una historias de puñaladas ácido muerte vómito así nena tranquilo chiquillo y un poco de I Want a trip trip trip.

En este lapsus de verborrea y viajes transcurre la novela, capitulada según las desventuras nocturnas de cada personaje, que para endulce del lector se traduce según la acomplejada vida de cada uno, sus formas de beber, meter, fumar, culear y hastiarse con cada parpadeo de una ciudad transitada por los nómadas de la avenida Blanchot que meten desde LSD hasta pastillitas psicóticas que obtienen en el manicomio como obsequio por haber intentado quemar a su propia familia en la carretera que va directo al mar, o porque en un día se le ocurre entrar desnuda al hipódromo y robarse al caballo que tenía aseguradas las apuestas del Derby para caer en medio de la arena cantando algo así como It was Twenty years ago today Sgt. Pepper taugh the band top lay they´ve been going in and out of style I don´t really want to stop the show uhhhhhh. (Pág. 130)

Escribir algo sobre la novela de Chaparro es realmente aterrador, es ver que millones de aves negras se vuelcan sobre tu humanidad para cagarte y demostrar que eres un bote de basura en el que uno, o quizá dos perros famélicos buscan cada uno de tus huesos entre bocanadas de escritura enferma, llena de burbujas con babas y halitosis de Amarilla en la mañana diciendo que quiere que todo se vaya para su puta mierda y que todo el que quiera puede hacer de su humanidad lo que realmente se le dé la puta gana bien sea en medio de la lluvia para sentirse en verdad húmeda trip trip trip o al finalizar la noche cuando todos están vueltos mierda y sólo quedan ella y Pink Tomate con las ganas de hacer de Amarilla un jugo de tomates en el que pueda suicidarse o morir con la mañana de lluvia trip trip trip.

En definitiva esta novela es cosa seria, y sería mejor que quien asuma su lectura esté plenamente dispuesto a reconocerse en medio de tanto desgarramiento existencial, entre la suprema tensión en que circulan los días de Lerner, Higway 34 y Alaín, sobredopados de su necesidad de gasolina carretera acpm motocicleta camión y bichas; o tal vez con la feroz vida de Carolo y El Loco sumidos en el traqueteo de un amor frustrado que los lleva a ambos a la evidente muerte de un rueda estallada en medio de las vísceras; quizá alcance a sentir algo de morbosidad voyerista con lo que le sucede a Max y Sven metidos de bruces en su club privado del árbol, y sienta con ellos las ganas de lamer las téticas pecosas y rosaditas de Helga La ardiente Bestia de las Nieves con un poco de Whisky y algo de cigarrillo hasta que la misma vida los haga pacotilla como ellos mismos hacen con su club privado para irse cada cual a su propia mierda.

A lo mejor, sentirá el lector que en cada página puede llegar a experimentar un verdadero clímax auto satisfecho realizado con la posibilidad de verse siendo parte de una de la orgías descontroladas y sedientas de sangre amor, descalabro, angustia, café negro, pocillo, ven para acá mi amor, te tengo, no cierres la ventana, vaso, no cierres la página, continúa, embriágate haz de mi cuerpo y de mis páginas una autopsia una autopista llena de motocicletas ácidos LSD marihuana Sandinista Violeta Profunda Cuba Y Amarilla corriendo desnudos por la arena de los días de los tejados mortuorios bares como el Bar Kafka Bar La Gallina Punk para cogernos la huevas a patadas y garantizar que se lleve a cabo la ceremonia del No Futuro hasta que nos lleven al hospital y nos cosan las heridas de la vida la muerte poder despertar en medio de la habitación completamente alucinados de  literatura suturada con odios temores y sobre todo mucho Opio en las Nubes.

Omar Alejandro González.
Ficha del libro: CHAPARRO Madiedo, Rafael; Opio en las Nubes. Babilonia Ltda. Bogotá DC. Séptima edición.  2007.

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