martes, 7 de julio de 2009

CINCO TARDES CON SIMENON

El intento de asesinato de Charlotte a manos de Lucien Renchon, es el móvil central de esta novela de Julio Paredes, publicada en 2003. Las situaciones que le siguen, giran en torno a este intento: Charlotte agonizante en el hospital, con una herida de bala consumiéndo sus horas; Renchon, quien narra toda la novela en un intenso monólogo, asediado por la culpa y las indagaciones de Labbé, un inspector mesurado, sin ninguna premura para coger a su presa; el escritor Simenon visitando a su madre en el mismo hospital donde se encuentra Charlotte.

Cinco tardes con Simenon es una novela policiaca en la que el lector conoce exactamente los móviles del asesinato y su perpetrador, y cuya intriga radica más en las posibilidades que tiene el detective para atrapar al culpable. El lector conoce entonces los delirios de un repentino criminal –Lucien Renchon- quien se aferra a una hipótesis sobre la posibilidad de justificar un asesinato, desarrollada precisamente en una novela de Simenon.

Esta obra de Julio Paredes es un pastiche contemporáneo de Crimen y Castigo de Fedor Dostoievsky: primero porque el eje central del texto gira en torno a las reflexiones que realiza un asesino que no ha estado preparado para hacerlo y que observa con paranoia los movimientos de su acusador; como Raskolnikov, Renchon se debate en profundas reflexiones sobre su proceder y deambula por las calles de la ciudad tratando de huir de la mirada de Labbé. Ambas son experiencias angustiantes, que llevan a un estado de crispación constante; así por ejemplo, en una conversación con sus amigos, Renchon siente el ahogo de la persecución: “Oigo con claridad la voz de Donadieu en el aire ¿estaré a punto de caer en otro acceso de locura?” (83)

El intento de asesinato de la mujer que amaba, deja a Renchon en un estado de desequilibrio que se concreta hacia el final de la obra. Como en la novela de Dostoievsky, el personaje principal percibe que asesinar no es una cuestión sencilla e incluso que la carga se vuelve más pesada para el asesino si este no es hallado culpable por las autoridades. Entonces comienza un proceso de lucha con la conciencia propia, una especie de revitalización del mito del Doctor Jekil y Mr Hide que carcome la intimidad de los criminales. Por eso deben buscar una excusa.

Aquí se encuentra el segundo elemento que une a la obra de Paredes con la de Dostoievsky: Renchon se aferra a una extraña hipótesis de Simenon –la historia del artículo 64 de la saga de Maigret- en la que se hace referencia a cómo, desde impulsos inexplicables, un individuo respetuoso se convierte de repente en un homicida; Raskolnikov por su parte, busca en su propia filosofía y en los ejemplos que tiene –como el de Napoleón- la explicación del crimen en nombre de la salvación de la humanidad. Ambos personajes necesitan un sustento ideológico –que en ocasiones nace de la literatura- para justificar su proceder: no son criminales desvergonzados a quienes los constantes asesinatos les ha disecado su capacidad para sorprenderse de eliminar a un ser humano. Por el contrario, ellos sufren el peso de sus acciones y buscan en las ideas la razón de sus movimientos.

Pero lo particular de Renchon, protagonista de Cinco tardes con Simenon es que ha hallado su alma gemela en un personaje de la literatura; es por eso que se aferra a la prosa de Simenon con una fidelidad inflexible, y decide acercarse al autor de carne y hueso. Renchon termina extasiado por la precisión que tiene la ficción para explicar su estado y en una parte de su monólogo afirma: “No salgo de la perplejidad porque en cada frase que decido leer puedo confirmar que Simenon, como ninguno antes, ha escrito de antemano lo que vivo y lo que me puede suceder” (161)

Desafortunadamente para Renchon, la literatura no lo salva y solo se libera de sus culpas una vez siente que va a ser castigado; otra vez aquí se repite la imagen de la expiación propia y la salida a los venenos de la conciencia desde la aceptación de la justicia humana. Tanto Raskolnikov como Renchon, consiguen la paz en esa reconciliación con sus congéneres.


Como ejercicio intertextual, esta novela de Julio Paredes es particular, como lo es su prosa que mantiene el interés del lector en un monólogo con diferentes variaciones. Cinco tardes con Simenon no es una novela policiaca convencional, aunque tampoco se pueda decir que otros no hayan intentado sumergirse en la piel de un asesino improvisado y descubrir sus cuitas; la tensión en este tipo de novelas se encuentra en las pugnas internas del homicida que mantienen atento al lector sobre su posible entrega a la justicia. No es tan sencillo y Paredes logra internarse en las fluctuaciones de quien está al borde del precipicio: tal vez eso sea el mayor atractivo de su obra.

Leonardo Monroy Zuluaga

Ficha del Libro: Paredes, Julio. Cinco Tardes con Simenon. Bogotá: Norma, 2003

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